Limpiar un closet es una trampa.
Estornudos después de levantar el polvo, de limpiar, empiezas a revisar cajas y bultos.
Seis cajas de distintos artículos, guardadas por alguna razón no lógica sobre garantías. Un bulto de ropa de embarazo que no usé porque no alcance la talla para ella...
Pausa.
Una cesta llena de ropa pequeña de un hoy preadolescente.
Pausa.
Mido la mini ropa sobre la espalda del preadolescente.
- Es la ropa que usaste cuando acabaste de nacer.
- Era yo chiquitito.
Se ríe. Le doy un beso en la frente. Retoma su juego en el móvil.
Cortinas con más años que el preadolescente. Bien cuidadas. Bien guardadas. Las saco para regalarlas. Se las daré sin mucho comentario, pero ellas llevan ciertos aromas de felicidad y tristeza que no podré traducirle.
Otras cortinas, otras sábanas. Unas para botar, otras para lavar y volver a guardar. Todas con ciertos aromas de felicidad y de tristeza que me hablan para despedirse.
Algunas no dicen nada. No me dicen nada.
Pausa.
Termino la limpieza.
Me acuesto en la cama boca arriba. Acarició las sábanas recién limpias en la cama. De ellas, pienso, un día solo me quedará el aroma, o la sensación, o nada.
Limpiar un closet es una trampa.
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