noviembre 23, 2015

Un libro también sirve para...

...hacer un arbolito de Navidad.

Este año decidí algo que quizás duela a algunos editores. En mi caso es una forma simpática de asumir esas ediciones de mi primer poemario que tengo guardadas en una caja y que parecen multiplicarse con los años. Una expiación literaria, quizás.

Espero que no existan enojos, considerando que muchos de esos poemas son una especie de culpa andante, de mirarlos y decirme porqué los publique. Pero bueno, están publicados, y peor aun, siguen muchos guardados.

Y como hace tres años, desde el nacimiento de mi hijo, me las ingenio para poner algo parecido a un árbol de Navidad, a pesar de que no la celebro como se supone que debería (hago lo mismo que en su tiempo hizo la iglesia católica, resignificar mis fiestas) y que no se convierta en un foco de peligro potencial para el curioso Fernando...este año miré la caja y me dije si podría convertirlo en la decoración de este año.

Buscando en internet encontré la inspiración.


Ahora va mi versión...

1. Busqué la caja con mis poemarios y agarré unos 20 ejemplares. Confesar que esa portada de Paola de la Cruz es hermosa.

Las víctimas...
2. Buscar una base. Un cartón para dar forma de arbol. 


Papel contra papel. Aquí vamos...

3. A recortar.

El asunto fue algo más complicado. Tomar una regla, que a falta de ella busqué esas cintas métricas que usan para medir en las construcciones...y al ojo por ciento creo que salí airosa.

4. A "desfifarrar los libros", usar pegamento y poner las hojas como mejor creía que se verían, y tratando de que tuvieran forma de árbol.

No pude tomar la foto del "desfifare". El sentimiento de autora me lo impidió 

5. Poner una cinta que le dicen "doble cara" detrás del cartón para pegar a la pared.

Como que las manualidades se me dan a veces...

6. A pegar el árbol...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Tarán!!!!!!!!!!!!!!

7. El asunto era cómo decorarlo...así que después de intentos y fallos...





Y Fernando no es que le ha hecho mucho caso.