agosto 29, 2007

Regreso

Un día desperté y decidí perderme. Saltar sobre las nubes mientras contemplaba los revoltosos recuerdos posados en mis manos. Sin querer se me enredo el reloj en los cabellos y una lágrima se escapo de la memoria.

Íntimamente acompañada de sueños. De esos sueños con olor a canela que me secuestran de vez en cuando. Sin palabras y sin voz. Absorta ante la inverosímil realidad de mis días.

Silencie mis preguntas. Quizás, pensé, no hay respuestas en este Macondo tan poco mágico. De todas maneras mi cuestionario es muy extenso y esta vida, estoy segura, no me alcanzara para responderme.

Por eso quise cerrar los ojos. Anestesiar las horas. Pero no pude. Abrí los ojos y sacudí los pies. Reclame la presencia de las palabras, las únicas capaces de rescatarme, de hacerme realmente mágica.

Y regrese.

agosto 17, 2007

La búsqueda

Se me extravió. La busque insistentemente en estas últimas semanas. Revise en el closet de las ilusiones mañaneras, en las gavetas donde reposan las palabras imprescindibles, esas que sirven de puente y de testamento, y en los suspiros de las pisadas... pero no la hallé.

Pregunté por su paradero a la mariposa que duerme sobre la almohada, al periódico de ayer que lloraba su olvido, al tiempo derretido sobre la mesa, a las ausencias colgadas en la pared, a la nostalgia del atardecer y al silencio de la noche…pero no sabían donde estaba.

Esta mañana, luego de despedir el letargo de mis manos, mire el espejo…y la encontré.

agosto 03, 2007

Justicia

En estos días en que la Justicia se viste de gala, por fuera, y se pudre, por dentro. En estos días de expedientes muertos. En estos días de fugitivos y condenados. En estos días de equilibrada parcialidad. En estos días aciagos de tinta moribunda y programados silencios...

En estos días he decidido hacer justicia por mi cuenta. Enjuiciar las ambigüedades que duermen a mi lado, condenar a cadena perpetua la certeza de mis respuestas, exonerar las rebeldías y, por qué no, dejar en libertad bajo fianza la incertidumbre de mis preguntas.

Así, tal vez, pueda sobrevivir al oprobio de estas horas y contagiar al que llora a mi lado. Quizás sea la única forma de sobrevivirnos, para que algún día podamos escribir Justicia a tinta viva y anunciarla a grandes voces.

Voces que claman