abril 28, 2020

Catorce años de El diario de la rosa

En estos días muchas cosas se pasan por alto, aunque para ser sincera en los últimos años he tenido menos pendiente el aniversario de este blog.

Primero de abril de 2006.

Cuando lo recordé, la semana pasada, hice un ejercicio de mirada hacia atrás. ¿Cómo era Argénida en esa fecha? Recuerdo que tenía pocos meses de empezar un nuevo trabajo, debía llegar temprano a la oficina y en un momento decidí comprar un florero y llevar rosas para decorar mi cubículo. 

Las rosas las compraba de camino, antes de las siete de la mañana, en el Mercado Modelo de la avenida Mella, aunque iba por la parte de atrás, desde la avenida México bajaba por la calle Del Monte y Tejada. Allí hay varios puestos de venta de flores. A esa hora los camiones tenían pocos minutos de haber llegado y descargaban las flores, de todo tipo. Ahora que lo pienso era como una especie de jardín andante, sin raíces, que pasaba de una mano a otra. El olor a perfume que te emborrachaba, los pétalos y hojas que caían en la calle, ese presencia de boda, santería o funeraria dependiendo si pasabas cerca de los gladiolos, de los claveles o de los girasoles.

También me recuerdo mucho más inocente, más atada, aun viviendo de los recuerdos de la niñez como único puerto. Me recuerdo enamorada, imprudente y dichosamente enamorada, sin sospechas de las lecciones que vendrían, ni de las liberaciones, ni de la muerte que me resucitaría.  

Era otra Argénida, sin duda. Y las primeras publicaciones en este blog son elocuente herencia de esa voz que ya no me pertenece. 

Sonrío al recordarme. Si pudiera decirle algo a esa chica de 25 años que compraba rosas todas las mañanas... me callaría. La observaría de lejos, orgullosa de ella y de su inocencia, y de su puerto de recuerdos, y de su alegría de saberse imprudente y dichosamente enamorada. 

Supongo que es una forma de decir que me alegro de mantener aun en línea este blog, catorce años después. 

Gracias a todos los que alguna vez han pasado por aquí, que han comentado y que han leído alguna de las 347 entras (348 con esta). 

"Stat rosa pristina nomime, nomina nuda tenemus". ("De la rosa no nos queda sino el nombre"). 
El nombre de la Rosa, Umberto Eco.

Photo by abigail morris on Unsplash


abril 13, 2020

Duarte y Los Persas

En las últimas semanas terminé dos libros. Nada que ver con cuarentena, que en mi caso he tenido que salir a trabajar todos los días, con los cuidados debidos. Digamos que el periodismo no es esencial, pero se tiene que seguir informando, y tratando de no desinformar además de verificar las desinformaciones.

El primero es "Los espejos de Duarte" es un ensayo de Pablo Mella, un sacerdote jesuita e intelectual. Lo empecé a leer en enero, junto con otro libro. Lo terminé de leer ayer, domingo. Es una revisión de la documentación relacionada con uno de los considerados Padres de la Patria (que República Dominicana no tiene un gran independentista, sino que tiene una "trinidad"). Un ensayo revelador, bien llevado, de análisis de los discursos que partieron de los documentos históricos y de cómo estos fueron usados a la "conveniencia política" de cada momento, y bajo las necesidades que los actores políticos de los primeros 50 años de vida republicana.

Lamente que solo abordara tres "espejos" de Duarte, pues su proyecto de investigación abarcaba mucho más, según lo que el mismo Mella explica, pero obviamente si se ponía a ello ese ensayo no solo tomaría mucho tiempo, sino que hubiese tenido que publicarse por tomos, así de amplio y detallado es su estudio y análisis.

Es un libro que hay que leer para entender las bases en que se construyó la historiografía dominicana. Como le comenté a alguien, no es un tema de mentiras o verdades, es un tema de saber lo que no sabemos, de entender que lo que nos enseñaron ha pasado por unos coladores tan interesados que lo que queda es una imagen muy distorsionada, manipulada y lejana de cualquier acercamiento objetivo posible.

El segundo libro lo leí en un día y de una sentada, "Los Persas", de Esquilo. Lo hice, de manera retrasada, siguiendo el reto en Twitter de #Tragedia2020 del profesor y ensayista Pablo Maurette. Voy retrasada. Estoy a mitad de "Los siete de Tebas". He leído poco o nada de literatura griega, así que esta es una manera interesante de empezar. Fuera de una obra de Lorca, no había leído textos de dramaturgia. Tiene su reto, porque la estructura es distinta obviamente a un novela o un poema, pero sin duda es un reto enriquecedor.