diciembre 22, 2016

Sólo cenizas hallarás

"Vivir, vivir, vivir", murmuró en su interior, y la palabra, vacía de contenido, como una bola hueca, lo llenó de repente de una brusca ansiedad y lo hizo estarse quieto, con los ojos abiertos, clavados en el aire, en un punto intermedio entre él mismo y las cosas. Vivir, un sueño mil veces repetido al que era siempre inútil retornar porque siempre, también, había una realidad, cruel, inhumana, que no tenía otro fin que desmentirlo. Bastaba simplemente con despertar, bastaba con abrir nuevamente los ojos y mirar hacia afuera, para que la hinchazón de aquella falsa pompa estallara en pedazos".
El párrafo es parte de uno de los capitulos de la novela "Sólo cenizas hallarás", del dominicano Pedro Vergés, actual ministro de Cultura, y creo que el texto retrata el sentido general de la historia que se narra en este libro: la esperanza que se desinfla y los caminos distintos que se toman cuando los sueños cambian de rumbo o no encuentran ninguno.

Las historias de Freddy Nogueras, Yolanda Martínez, Wilson Tejada, Altagracia Valle, el teniente Sotero de los Santos, Evelinda Rojas y Lucila, la sirvienta y de los demás personajes que los rodean, como satélites de un universo en caos, muestran o buscan mostrar ese escenario poco abordado a mi parecer en la literatura dominicana, el período entre el fin de la tiranía de Rafael Trujillo y las esperanzas de cambio postdictadura.

Y desde mi punto de vista, la novela lo logra, y lo hace hasta para alguien que no vivió esa época. Es sentirse envuelto en la inquietud del desencanto de Freddy y su escape de la isla como única salida; es sorprenderse de la libertad culposa de Yolanda; ver el pasado reflejado en la camisa de fuerza social de Wilson; llorar la nostalgia de Altagracia y sus amigas; reír con pena y reflexionar la desgracia del vaivén del teniente Sotero de los Santos; querer rescatar la ingenuidad de Evelinda y celebrar la rebeldía sin piso de Lucila, la sirvienta.

Es una lectura que no solo se disfruta. Su estructura es bastante interesante desde las escenas pasadas traídas al presente hasta los episodios que se van aclarando a la medida que se lee el siguiente capítulo, esto sin perder la coherencia.

De los mejores libros que leí en el 2016.

En un artículo del periódico español El País, de abril de 1981, Vergés describe su novela de la siguiente manera.

"En mi novela intento reflejar el gran desencanto que se produjo en mi, país a raíz de la muerte del dictador y los acontecimientos que siguieron», explica Pedro Vergés. «Para ello, me centro en tres planos: la interpretación psicológica de los personajes, la elaboración del lenguaje que emplean de acuerdo con su clase y realidad social y el análisis de la ideología que subyace en ellos y configura su visión del mundo». La misma estructura básica de la novela, concebida según un doble planteamiento, una serie de capítulos saltan y se entrecruzan, mientras otros mantienen una linealidad, «responde a ese intento de expresar el caos en que viven sumergidos los personajes y, al mismo tiempo, la necesidad que tienen de salir de él".

Lo que me sorprende es que con esta novela tan bien lograda, y que le mereció premios, Vergés no continuara su carrera literaria. Y sorprende más saber que "Sólo cenizas hallarás" era, según las propias palabras de su autor, la primera de una trilogía. Lamento que quedara solo en palabras. Al parecer, me dicen algunos, le ganó la burocracia al escritor. Es probable.

De paso les dejó el bolero que da nombre a la novela, interpretado por Javier Solis.




octubre 27, 2016

Feria del Libro 2016: Un regalo de Vargas Llosa

No, no me he olvidado de la Feria Internacional del Libro de este año y que finalizó hace un mes. Hay tela que cortar de ella, y como todos los años pretendo tomar mi tijera, aunque tarde.

Pero mi reseña sobre ella la iniciaré con un regalo, me imagino que podría serlo para muchos, el audio del conversatorio que mantuvo Mario Vargas Llosa con narradores jóvenes dentro de la agenda que agotó cuando vino a la FIL2016 a recibir el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña (sí, aquel premio que tantas ronchas produjo).

Hice una crónica de este encuentro para el medio en el que trabajo (leer crónica), que no fue anunciado públicamente pero del que me enteré por mis fuentes como periodista. Ahí me instalé, una tarde, a escucharlo. Ese día renuncié a intentar a hacerle una entrevista.

Me pareció una excelente cátedra sobre narrativa, pero me di cuenta lo mucho que podemos enaltecer a alguien al nivel de que la mayoría de las preguntas que se le hicieron empezaban con elogios y ninguna le planteó algún tema incomodo...bueno, hasta que le hice la pregunta sobre plagio que creo lo sacó de la rutina del intercambio.

Les dejo el audio, la grabación empieza unos minutos después de comenzar su exposición. Disfruten.





Y claro, aproveché el momento para que me autografiará dos libros de él que tengo.


octubre 21, 2016

Leer poesía

Parte del público en el politécnico Madre Rafael Ybarra. 
Como hay días para todo, en República Dominicana hoy es Día del Poeta.

Y quizás es bueno que exista, pues invita a poner atención a algo que se pierde entre tanta hipérbole cotidiana, atención a la palabra escrita desde lo figurativo, desde aquello que nombra y no lo nombrado. Una manera de estar desde lo que se siente.

Hoy me tocó, como practicante de este decir desde lo que se siente, ir como invitada a leer poesía a una escuela como parte de la III Semana de la Poesía. Horas antes de la actividad hice algo que no había hecho antes: grabarme leyendo un poema.

El tema no era un experimento ni nada por el estilo, pero luego, en el salón del politécnico Madre Rafael Ybarra me di cuenta de algo que vi luego en mi muro de Facebook donde publiqué el video del poema que grabé, la poesía le nacen alas cuando se lee.

Y no es que no las tenga, es que es diferente, toma otra sustancia hacia quien la escucha, como si se transformara. Una especie de trasvestismo, de metamorfosis. 

¿Parece tonto? Es probable, pero no pude dejar de pensar luego, sentada en mi casa, lo discusión sobre el Nobel de Literatura a Bod Dylan. Lo escrito que toma otra dimensión cuando se musicaliza, cuando tiene voz más allá del papel en que puede estar escrita, como cuando se lee. 

Sí, delante de ese grupo de chicos y su emoción cuando escucharon los poemas de Martha Rivera y Gaston Saint Fleur mientras ellos leían, y los que leí., de sus aplausos, caí en cuenta que esa tradición oral de la poesía es algo que conecta, que emociona, que da. Y entiendo, entonces, a los que defiende el Nobel de Dylan.

Les dejó el vídeo que publiqué en Facebook, del poema sin nombre. 

Lean poesía. Y de vez en cuando, háganlo en voz alta. 

octubre 14, 2016

El extraño (y fascinante) caso del Nobel a Bob Dylan

Bob Dylan
Foto tomada de Scoop Whoop

El premio Nobel de Literatura para mí siempre es un descubrimiento. De todos los que han recibido el galardón en los últimos 15 años al único que había leído previamente es Mario Vargas Llosa. 

Como todos los que siguen estos premios tengo favoritos, pero me ha resultado siempre divertido y motivador verlo como una sorpresa que me abre el camino a describir nuevos escritores.

Y la formula fue igual hasta ayer.

No he sido una persona muy musical. En mi adolescencia, sesgada por mi vida religiosa (fui católica practicante casi de librito), perdí el interés por explorar el mundo musical, eso y mi total falta de oído me parece para estos menesteres. Claro, soy capaz de apreciar lo que consideró buena música (que no tiene que ser la buena música de otros). Tuve la suerte de casarme con alguien que es músico, y digo suerte porque gracias a ello tengo más música en mi vida y he resarcido en parte el desinterés que mostré cuando casi me volví una fanática religiosa. 

Pero resulta que Bob Dylan no es parte relevante de la vida musical de mi hogar. Así que de sus canciones he escuchado, digamos, las que se convirtieron en hits de su generación y herencia casi inaudible para los que no pertenecemos a ella. Y esas dos o tres canciones, literalmente hablando, las escuché por casualidad. Ya en mi vida de periodista me encontré con uno que otro artículo que alababa sus composiciones, y algunos de ellos daban relevancia a la riqueza literaria de sus canciones. 

Así que ayer, cuando le otorgaron el premio Nobel de Literatura, no solo fui sorprendida como a la mayoría, sino que carecía, y carezco, de un marco mínimo para hacer alguna valoración de su obra musical, que desde ayer entró de manera oficiosa a la apreciación literaria...¡Y de qué manera!

A pesar de mi desconocimiento celebré algo que otros apuntaron, incluyendo los jurados del Nobel: la tradición oral y musical de la poesía. 

Pero, ¿Dylan como literato? Así que después de pasarme el día entre memes y risas con la guerra virtual que se armó en las redes por este Nobel de Literatura, decidí preguntar a mis contactos en Facebook, mucho de ellos escritores y afanados lectores, su valoración sobre este galardón entregado por primera vez a un músico. 

¿Considera que la composición musical es parte de la literatura?

Las respuestas a esta pregunta fueron todas afirmativas. Compartiré algunas respuestas. 

Juan Isidro Acevedo Sí. La canción es literalmente otro nombre para poesía lírica.

Ileana Medina Hernández Las letras de las canciones son literatura oral. Que existe desde que el ser humano existe, desde los aedas y rapsodas y seguramente antes, desde el hombre primitivo...

Waldo Rincón Sin dudarlo. Sin poesía no hay música (incluso los dembowseros y los mamberos acá en Erredé, que como los raperos en "gringolandia" escriben con los codigos de su subcultura). El artista que entienda que la composición musical no es literatura, que se dedique al macramé...

Rubén Lamarche Definitivamente que si. El caso de Dylan es puntual. El entra dentro de lo que se conoce en la tradición norteamericana como el trovador. Ejemplos: Woody Guthrie y Robert Johnson (este último en el blues).

Reinaldo Tristan del Orbe La música, la letra musical siempre ha sido pura poesía. Para mi un claro ejemplo son canciones poéticamente hablando perfectas en su construcción. Como Volver a los 17, de Violeta Parra es una décima. Incluso Mediterráneo de Serrat está escrita en líneas de 3, no recuerdop el nombre de eso, La maza de Silvio es una décima, Testamento de Silvio también. Incluso Taxi Taxi de Cher también es una décima.

Henry Francisco Imaginemos que las letras de Dylan fuesen primero poesía y luego canción; cual es la diferencia? A Bennedetti le han hecho canciones sus poemas, a Nicolás Guillen, a Machado, hasta a Juan A Alix y a Miguel Hernández. La poesía puede ser música, es mi opinión.

Mauricio-José Schwarz Por supuesto que es parte de la literatura. Es un ejercicio literario en el sentido lato: un texto escrito. Y ojo, la poesía griega se cantaba, no se difundía por escrito. Como alguien diga que Homero y Píndaro y demás no son literatura, estamos fritos.

Carol Croussett Si, creo que la composición musical es literatura. Y la de Dylan es excepcional.

Henry Hidalgo Para mí las canciones de Dylan tienen la misma fuerza literaria que los poemas de William Butler Yeats, quien se alzó con el Nobel de Literatura en 1923.

Te cuento, aunque tal vez no venga al caso, que algunos de los poemas de Yeats fueron musicalizados de manera formidable por Mike Scott (The Waterboys) para la producción "An Appointment with Mr Yeats" de 2011 (imagen adjunta), la cual invito a escuchar con los poemas de Yeats en mano.

Rosa Silverio Negar la relación de la música con la poesía es una tontería. Recordemos a los juglares. Aunque hace tiempo que la poesía y la música adoptaron formatos distintos. Evidentemente que hay canciones que son muy poéticas y cantautores cuyas letras son exquisitas. Este es el caso de Bob Dylan y muchos más. Pero insisto en que los formatos no son los mismos.

Hice una segunda pregunta, quizás la del meollo del asunto, algunos no la contestaron de manera directa, supongo porque consideraron que contestar la primera ya no deja lugar a dudas. Comparto las respuestas de la mayoría.

¿Entiende que con el Nobel de Literatura a Bod Dylan se desvirtúa el galardón?

Juan Isidro Acevedo No. No desvirtúa nada el galardón. Al contrario. Es una de sus más acertadas y relevantes selecciones. La pluma de Dylan es incisiva, pues toca temas álgidos, y tiene un cuerpo de trabajo amplísimo. Califica por calidad y por cantidad. Además ya había ganado el Pulitzer, por lo que no sería la primera vez que es reconocido con uno de los grandes galardones literarios.

Arturo Victoriano No se desvirtúa el galardón, se enriquece. Y sin música no hay Literatura (así con mayúscula) y pienso no solamente en Dylan sino en Flaubert, en Cohen, en Cortázar, en Yourcenar, etc.

Mauricio-José Schwarz Lo que ha desvirtuado al galardón es no dárselo a Borges, a Cortázar, a Tolstoi. Por una vez reconoce una literatura fuera de los círculos almidonados de la Academia Sueca y creo que es un acierto que revalúa el alicaído premio.

Henry Hidalgo Al final de la jornada, una canción es poesía musicalizada, con todo el valor literario de esta última. Por lo anterior, no creo que el Premio Nobel a Dylan desvirtúe nada, por el contrario, como bien apuntó Jorge Carrión para The New York Times tras conocerse el premio, tal vez estamos ante las puertas del nobel del futuro.

Rosa Silverio Yo soy la primera que pienso que Bob Dylan se merece un premio Nobel, ¿pero el de literatura? Es lo que no me encaja a mí por parecerme que Bob Dylan sí que es un gran cantautor, un gran letrista, pero sus letras son canciones. No quiero ser demasiado rígida, pero es mi humilde opinión. Si existiera un Premio Nobel de Música, en el que Dylan sí que encaja, yo sería la primera en proponerlo y en aplaudir su triunfo, pero a mí me ha parecido injusto que se lo den a él por encima de grandes escritores como el gran Philip Roth, uno de los mejores escritores vivos, o del poeta sirio Adonis por quien yo también apostaba. 

Ramón Saba No niego la calidad escritural de Bob Dylan, pero al ligarse a música pasa a la categoría de composición musical, y ese renglón no existe en la cartera Nobel. Ya es tiempo que se incluya, por qué no; pero haber llegado a esa decisión es similar a haber declarado desierto el Premio Nobel de Literatura 2016.

Nassef Perdomo Cordero Yo lo que soy es abogado, así que de literatura no se mucho. Sin embargo, hay que ver las razones por las que la Academia otorgó el premio a Dylan. Señaló específicamente "por haber creado nuevas expresiones poéticas en la gran tradición de la canción americana". Es decir, la Academia se centró en sus letras y no en su música. De ahí que rechazar que se le otorgara es cuestionar la dimensión poética de la canción o la condición literaria de la poesía.

Bien da'o.

...

Luego de leer los comentarios pienso que el Nobel de Literatura se decidió a abrir un campo no considerado de la expresión literaria. ¿Malo o bueno? En mi caso, me parece fascinante. 

Aquí les dejó un enlace de la revista Ping Pong con canciones de Bob Dylan traducidas al español. Poesía, sí, es poesía. Las letras de Bob Dylan

julio 14, 2016

Respuesta a una declaración descontextualizada: Los "no lectores" dominicanos son más

Foto Listín Diario.


El tema empezó con un artículo publicado el sábado 9 de julio en la página Al Momento. Unas declaraciones atribuidas a José Mármol y que llamaron la atención a más de un incrédulo, empezando con el título de la nota: “RD es segundo país con menor población no lectores de libros AL”.

¡¿Qué?! Sorprende. Y cuando se lee la nota, la boca no se puede cerrar.

“Nosotros somos, sorpresivamente, el segundo país, luego de Chile, con menor población de no lectores de libros, alcanzando un 32%, mientras que la patria de Neruda y Gabriela Mistral un 20%”, detalla. “En Brasil el 50% de su población no lee libros, mientras que en Perú llega al 65% y en Venezuela al 73%. España contó con 39% y Portugal con 43%”, agrega.

Tengo algo con los declaracionismos, la mayoría de ellos originados de notas de prensa: los pongo siempre, siempre en duda.

Hurgando en los datos

El artículo se discutió en mi muro desde posiciones, digamos, “eso es mentira” sin otro deseo de indagar, pero la periodista Margarita Cordero y el abogado Miguel Reyes Taveras se molestaron en tratar de ubicar el origen de este tan halagüeño pronostico.

Empezamos con que el estudio del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), titulado “Comportamiento del lector y hábitos de lectura”, fue publicado en 2012, con datos de una encuesta hecha por el Ministerio de Cultura en…2006.

Buscando referencias de esa encuesta del 2006, que no aparece integra ni en “los centros espiritistas”, me encontré un artículo del Diario Libre del 2008 donde hace referencias interesantes sobre ella y que nos dirige a pensar que el hecho de que un 32% diga que no lee libros no significa que el 68% si lo haga como un habito.

La muestra de la encuesta fue de 1,450 personas. No se sabe si a nivel nacional. El artículo subraya lo siguiente: “el 31.9 por ciento nunca lee, el 13.6 lee una vez al mes, el 4.2 por ciento una o dos veces al año y el 3.2 cada dos o tres meses”.

 Leer una vez al mes, una o dos veces al año o cada dos o tres meses no parece evidenciar un hábito de lectura. Así que sumando porcentajes, podemos decir que un 52.9% de esos encuestados no tiene hábitos de lectura de libros (recuerden que leer, leemos todo los días letreros, instrucciones, artículos en redes sociales…). ¿Ven que descontextualizada está la declaración de Mármol?

Y según los datos de esa encuesta reseñados en Diario Libre, el asunto se pone peor.

“…un 23.3 por ciento de las personas encuestadas aseguraron leer todos los días. Sin embargo, sólo le dedican a este hábito diecinueve minutos de las ocho horas que tienen libres, es decir un 2.6 por ciento de sus momentos de ocio. Esta situación demuestra que las personas prefieren pasar su tiempo libre frente a la televisión en un 40 por ciento, recreándose en un 23 por ciento y leyendo, como última opción, en un 19 por ciento. Por lo tanto, las ofertas y las regatas no ayudan a mejorar esos resultados. Se desconoce el aporte de la Feria del Libro, porque Cultura no tiene un estudio sobre la incidencia”.

Al final, tenemos que solo un 23.3 por ciento tiene, digamos, un real hábito de lecturas de libros a pesar de que solo le dedica un promedio de 19 minutos diarios de sus momentos de ocio, en que solo un 19% (supongo que de los que leen o los que leen diario) opta por leer un libro como primera opción en su tiempo libre.

O sea, que solo un 19% dedica su tiempo de ocio a leer como primera opción. Para el resto, un 81%, leer un libro no es ni primera opción, ni es un hábito que alimentar o dedicarle tiempo. Y extrayendo el dato de los 23.3% que leen todos los días, pero solo un promedio de 19 minutos, un 77.7% no posee hábitos de lectura de libros.

Unos porcentajes que probablemente José Mármol no reseñaría.

junio 19, 2016

"Número cero"...ni tan ni tan poco

Tenía un rato sin escribir sobre mis lecturas, eso y que he dejado pasar el aniversario número 10 de mi blog (hace más de dos meses) sin pena ni gloria...y con una promesa incumplida, de paso. Pero entiendan, ser madre y periodista, esposa y freelancer, es como para vivir así, distorsionada, apurada y con los tiempos cruzados.

Pero este post va de mi última lectura, la que finalicé hace media hora. "Número cero", de Umberto Eco.

El libro, antes de abrir la primera página, te crea expectativa. Es Umberto Eco. Como no me llevo ni de prólogos ni de textos de contratapa, voy directo siempre a la lectura. Esta es una especie de unas primeras páginas de intriga bien escritas, un buen poco de las siguientes páginas de un casi aburrimiento gracias a una historia conspiranoica, y un final demasiado simple y trillado.

Siento que la novela se queda corta en su supuesto propósito: ser una reflexión sobre le periodismo. Aunque hay situaciones y expresiones de sus personajes en la redacción del proyecto Domani que exponen esa doble cara del periodismo, todo queda en lo anecdótico, en una cháchara que no cae en ningún lugar ni tiene ninguna conexión con el asunto que al final da supuestamente cuerpo y final a la novela.

Rescato algunos diálogos porque me llevan a reflexiones sobre mi ejercicio y el mundo en el que me desenvuelvo, pero fuera de ahí, me parece una historia que le faltó profundidad y que quedó a mitad de un camino, que no convence. Una novela, para mí, olvidable.

Este es uno de los diálogos que me gustaron.


mayo 09, 2016

Un paseo decepcionante en la librería Cuesta

La última semana de abril estuve en una de las pocas librerías que quedan en Santo Domingo, y creo que la única ubicada en el centro de la ciudad, Cuesta Centro del Libro.

Es una librería comercial, más ahora que nunca, en que sientes que vas por los pasillos como por gondolas de supermercado. Y eso te pesa, porque te recuerdas como la estudiante con pocos semestres en el universidad sentada en una esquina del piso de esa librería, hojeando libros, anotando referencias, algo que por alguna razón ya esta librería no te motiva hacer.

Mi visita se debió a un supuesto especial anunciado en las redes sociales, por el aniversario 24 de la librería Cuesta. En las redes todo parecía ser genial. Un supuesto 24% de descuento, personajes literarios recomendando lecturas...fui el viernes 29 de abril, dos días antes de que se terminará la semana aniversario.

Eran las dos de la tarde. La librería estaba casi desierta. Sigo directo a las mesas que están a mano derecha. Pensaba que eran la de los especiales, pero mientras observo los libros de biografías que no me importan y de economía y de crianza (sí, todo eso andaba revolteado), me doy cuenta que no son libros que indiquen ningún precio especial. Me acercó al fondo donde con un pedazo de cartulina se anuncia el descuento, pero no veo nada que me interese, aunque si pienso en algunos amigos que podrían gustar de libros sobre cine.

Dado mi desinterés seguí mi recorrido. No se si era porque de entrada nada me llamaba la atención o porque me parecía que los libros estaban colocados sin sentido, me empecé a desanimar.

Me alejo de las mesas y empiezo a ver libros que nada tienen que ver con especiales. Lorca, todos los de García Marquez, Llosa, Onetti...voy y vengo. Toco libros...recuerdo que tengo tantos pendientes por leer y que no debería estar allí. Pienso que en septiembre será la Feria del Libro, que quizás no valía la pena revisar estantes de libros que podría encontrar más baratos en unos meses.

Volteo y solo veo a los empleados en unos cubículos al fondo. Miró a izquierda. Entran dos señores a la librería, conversan de algo en voz alta. Regreso mi mirada al estante y me encuentro con una compilación de artículos de...

¡Leila Guerriero!

Recuerdo el pasado octubre en Medellín. Mi emoción al escucharla en la actividad de la Fundación Nuevo Periodismo. El deseo de saludarla. Pensar que ese no era el momento, ni el otro, ni el otro.

Acercarme a una fiesta en la noche. Decirle que la admiro mucho, que conozco a Frank Báez (por ese asunto de encontrar un punto de puente). Su saludo cortés, pero lejano. Pensar que pensé que seguro muchos se acercan a decirle lo mismo. Escuchar decir que nos podríamos ver al día siguiente, en la cena de despedida.

Quedarme la otra noche, la de la cena de despedida, mirando ocasionalmente la puerta del restaurante a ver si entraba. Saber que ese no era un lugar para conversar, y menos para entrevistar a alguien. Saber que no llegaría. Olvidarme del tema.

Un libro que si despertaba mi interés ese día. Cruce los dedos mientras me acercaba al lector de barras a pocos pasos del estante.

Precio: 1,650 pesos. Me río. Vuelvo a colocar el libro en el lector. Vuelvo a leer: 1,650 pesos. Observo de cerca e libro. No tiene tapa dura, no tiene 500 hojas, pero vale lo equivalente a unos 36 dólares. Paso.

Con menos ánimo sigo viendo el estante. En una esquinita veo los libros de Ana María Matute. Solo he leído una de sus novelas, "Primera infancia". Tomo uno. "Luciérnagas". Me sonrío porque es una palabra que traté de usar mucho en una época para escribir. Leo en la contraportada que fue una novela censurada por el franquismo. A ver si se puede comprar.

Lo pasó por el lector. Trescientos pesos. ¡Genial! No, no es parte de ningún especial.

Sigo mirando más estantes. Mientras escojo un libro del peruano Ivan Thays dos hombres junto a mí hablan y hablan. En un momento les pido permiso para para pasar. Siguen hablando. Hablan de política o algo así, creo. Desde una corta lejanía los observo. No ven los libros, solo hablan. En ese momento diviso a un empleado que acomoda libros en unas mesas. Me le acercó.

- Buenas tardes. Me podría decir cuáles son los libros que están en especial del 24 por ciento.

- Esos que están marcados con los letreros, pero el descuento es para los miembros del club de lectores.

Suspiro. No, no pertenezco al club de lectores. Interrumpe mi decepción la voz del joven.

- Pero estos (señala dos mesas grandes delante de él) están en especial para todo el mundo.

Me acerco a las mesas. Manuales de Excel, libros editados hace como 20 años sobre temas que creo le importen a pocas personas...Todos a 125 pesos. Ejemplares como este...


Veo y veo...y lo único que se me ocurre que puede hacer Cuesta con estos libros es...


Desisto. Sigo directo al área de literatura infantil para ver si puedo comprarle un libro a Fernando, mi hijo de tres años y medio.

Esta área está peor que todo lo demás. Los libros no tienen ningún orden por edad o temática. Todo se confunde. Lo dejo.

Subo a la segunda planta. Me aventuro a ver los libros dominicanos. No hay novedades de ningún tipo, al menos no en el estante que elijo revisar. Puede ser que haya libros de autores dominicanos por algún otro lado...pero a esta altura de juego estaba más que desmotivada.

Juzguen ustedes.


Ya con la hora de irme encima, me siento y pido un capuccino. Compruebo que el café sigue siendo una de las pocas cosas que rescatar de esta librería. Mientras acerco la taza a mi boca, miro hacía el fondo de la segunda planta de la librería y me doy cuenta que hace muchos años que no ha cambiado, se ha hecho vieja, no ha sido renovada ni siquiera para los ojos curiosos. Es una librería triste, no silenciosa, que es una dicha, sino triste. Con lugares donde los libros parecen solo amontonarse, donde un especial incluye manuales de programas de computadora.

No sé que futuro pueden tener las librerías en Santo Domingo, no tengo la menor idea de cuánto tiempo más dejarán envejecer la librería Cuesta, si hay algo que se pueda hacer para devolverle un poquito de luz, una manera de que los libros sean algo más que una especie de amontonamiento...No tengo ideas románticas, quizás solo quiero entrar y que no me engañen con especiales que no existen, que los libros tenga algún orden y que se enteren que hay más escritores además de los de siempre...o algo así.

Eso sí, que el café lo dejen igual. 

abril 12, 2016

De visitadoras y el aniversario número 10

Hoy terminé de leer "Pantaleón y las visitadoras", de Mario Vargas Llosa.

Era uno de mis libros pendientes...creo que casi todo Vargas Llosa es pendiente en mis lecturas. Este es el segundo libro de él que leo, después de la Muerte del Chivo...bueno el segundo y medio. Uno tercero de Vargas Llosa lo dejé antes de llegar a la mitad: El sueño del celta...uno de los libros peores escritos que he tenido la oportunidad de tener en mis manos.

¿Qué decir de Pantaleón y las visitadoras? Me lo gocé de principio a fin. Es un novela divertida, con una estructura ingeniosa, un personajes con forma y vida propia. Una delicia de historia. Me han dicho que es una de sus mejores novelas, y de acuerdo al mismo autor "un éxito de público que no he tenido antes ni he vuelto a tener" (una anotación que hizo en 1999, año de la edición que tengo en mi libro. La novela se publicó por primera vez en 1973).

Una de las cosas que más me sorprendió es que la bendita novela está basada en una historia real y que el capitán Pantaleón Pantoja es real, así lo asegura Vargas Llosa, en una especie de prólogo que inicia el libro, uno muy corto por cierto, escrito en junio de 1999.

"Algunos años después de publicado el libro -con un éxito de público que no tuve antes ni he vuelto a tener- recibí una llamada misteriosa, en Lima. 'Yo soy el capitán Pantaleón Pantoja', me dijo la enérgica voz. 'Veámonos para que me explique cómo conoció mi historia'. Me negué a verlo, fiel a mi creencia de que los personales de la ficción no deben entrometerse en la vida real".

Tengo las demás novelas que no he leído de Vargas Llosa, gran parte de ellas en versión digital. Las quiero leer antes de septiembre, al menos la mayoría de ellas, pues ese mes se inaugurará la Feria Internacional del Libro, que fue pospuestas según al versión no oficial por el mismo Vargas Llosa, a quien se le otorgó el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña...y bueno, se asume eso porque Vargas Llosa tiene malquerencias en República Dominicana desde que opinó sobre su política migratoria.

¿Vendrá a recibir el premio? Eso espero, porque pretendo lograr entrevistarlo.

Y...

Saliendo de Vargas Llosa hago constancia de  aniversario. El décimo aniversario de este blog.

En primero de abril del 2006 escribí el primer texto en este espacio, una herramienta ajena a toda esa fiebre de los mal llamados blogueros (aquí la razón de porque digo los mal llamados blogueros). Diez años de un viaje interesante en el que esta herramienta, este blog, me ha sido muy útil como medio de expresión, como escaparate, como experimentación y como un ejercicio periodístico.

Para celebrar este décimo aniversario a final de este mes les tengo una sorpresa. Ya les avisaré.


febrero 19, 2016

Murió el escritor a quien este blog le debe el nombre

Esta es la edición que tengo en casa. La compré usada.


No tengo memoria exacta de cuando leí la novela El nombre de la Rosa, de Umberto Eco.

Lo que sí sé es que la primera referencia que tuve de esta novela fue gracias a mi hermana. Teresa estudiaba arquitectura para esa época y un profesor no sé de que materia les había asignado hacer la representación del sentido de una novela que les asignó. Y fue esa, El nombre de la Rosa.

Recuerdo que mi hermana hizo una representación intrigante de la novela. En una tabla dibujo una especie de agujero con una forma parecida a una rosa, con colores raros..creo que había negro y rojo ahí, y le hizo un relieve de clavos. Me parece que en ese entonces tomé el libro, comprado por mi hermana, y lo leí

Di vueltas con eso, pero me olvide de la novela.

En el 2005 (lo confirmó ahora en Wikipedia), el país invitado a la Feria del Libro de Santo Domingo fue Italia. En el ciclo de la cinemateca en ese evento estaba incluida la película basada en esa novela. Me encantó. En esa Feria compré el libro. Y creo que fue la segunda vez que lo leí y también que me di cuenta que fue publicada en el año en que nací.

En los días en que daba vueltas con la idea de abrir un blog, un primer blog, que este abril cumple 10 años, no sé que me hizo recordar la novela. Es probable que haya sido el hecho que por esos días solía comprar rosas camino a mi trabajo. Me detenía en el Mercado Nuevo, de la avenida Mella, a eso de las 7 de la mañana. Tenía las rosas siempre sobre el espacio de mi cubículo y cuando pensé en el nombre...pues me vino a la cabeza la última frase en latín de la novela...

"Stat rosa pristina nomime, nomina nuda tenemus".

La traducción que encontré de esta frase está en la cabecera de este blog: "De la rosa no nos queda sino el nombre".

Y como de asuntos perecederos pensaba escribir en este blog, de asuntos que al final sólo me quedarían las palabras con las que los había hecho corpóreos para este blog aunque después desaparecieran...pues nada más cercano al sentido que me dio esa frase que El diario de la Rosa.

Umberto Eco murió hoy. Yo solo he leído esta novela de él.

Y de él no solo nos queda el nombre.

enero 01, 2016

2016: Leyendo...

Quisiera conjugar más el verbo escribir en gerundio que el leer, en especial para la poesía que me anda de vacaciones. Supongo que este es mi deseo personal del nuevo año. Mientras, leyendo estoy, ahora, ¿y adivinen? Desde mi móvil.

Leo "Los Malditos", una compilación de perfiles sobre personajes que son eso, malditos. Y escritores malditos, pero de los malditos desconocidos con una excepción: Alejandra Pizarnik. Me han gustado la mayoría de los textos. Narraciones reconstructivas de los pedazos esparcidos de gente que vivió un vida no solo fuera de lo común, sino que ellos y sus obras también lo son.

Acabo de terminar la del escritor César Moro, peruano. Un personaje contemporáneo con Vallejo, pero totalmente desconocido por mí y creo que por muchos otros.

Es un libro de Amazon, de su biblioteca. Por 9 dólares al mes tengo acceso a ella y leer los libros que quiera. 

Y con este libro, más el que tengo de la recién premio Nobel Svetlana Alexievich que va para una tertulia en dos semanas y aun no lo empiezo a leer, rompí mi año de lectura dominicana (¡Ah! Y con "El Astillero" de Onetti). El último que leí fue "Escalera para Electra" de Aída Cartagena Portalatín. Una maravillosa experiencia. Aun me quedan también algunos poemas de la compilación de Enriquillo Sánchez (leo esos poemas y me río de lo mucho que algunos quieren innovar...cuando lo que escribió este dominicano hace 30 años es mucho más innovador...dicen que todo está escrito, aunque el asunto supongo es la novedad de la forma en que se haga).

¿Cuál libro dominicano me gustó más en mi recorrido del 2015? Escalera para Electra.

Y este 2016 continuaré mi año de lecturas dominicanas...aunque seguro que tendré mis desvíos a otras lecturas.

Les deseo buenas lecturas para este año. Y si no es un lector asiduo, que empiece este año con la buena costumbre.