marzo 16, 2012

Y también soy palabra

Ser mujer.

¿Existirán varias formas de ser mujer?

Nacemos mujeres. Yo nací mujer. Millones de seres humanos son mujeres. En mi caso, esperaban un varón, por lo que mi nombre ni siquiera estaba contemplando. Me nombró el recuerdo de mi bisabuela paterna. El segundo nombre, una costumbre muy latinoamericana, fue un sugerencia de la secretaria que anotaba datos.

Entonces soy mujer con nombres. Hija y hermana. Con una nacionalidad. Ahora tengo dos. Luego he sido estudiante, novia, amiga, soltera, pecosa, periodista, vecina, esposa...más etiquetas llegarán mientras sea mujer viva. Después seré una mujer muerta. Todos llegamos a serlo, hombres y mujeres. Los motivos de la muerte pueden ser muchos. Achaques de vejez, un choque de auto, ahogada...pero moriré igual que las 50 mujeres que desde el primero de enero de este año hasta hoy han muerto a balazos, cuchilladas, ahorcadas, violadas...asesinadas por un hombre a quien amaron, o creyeron amar. La muerte es la misma, su camino es el diferente.

Pero la mujer que soy, y que son millones, entre la vida y la muerte, somos. Somos de muchas maneras, o de las que nos dejan ser, o de las que luchamos por conseguir ser. Esa línea entre un punto y el otro nos da un lugar, un pequeño lugar, en el mundo.

Y nos pensamos mujer, a veces. Nos dibujamos mujer, nos destruimos, nos rehacemos. Y la palabra también se nos hace carne.

La palabra. Nos dicen, nos decimos, nos contamos, nos cuentan. Y la palabra puede ser puente, o escalera, o abismo.

La semana pasada, el 8 de marzo, ese día en que nos felicitan no sé para qué ni por qué, la palabra que habita en mi y en muchas otras hizo un puente. Y descubrimos la palabra, que se hace carne, habitada en otras mujeres. En este caso fueron 300. Hijas, hermanas, madres, solteras, casadas, viudas, altas, pequeñas...con etiquetas, con nombres, con un punto inicial y una línea en curso, detenidas en un lugar. Dibujadas, destruidas y rehechas.

Y las mujeres que somos se encontraron. Y fuimos por un momento un mar de líneas y puntos. Mujeres con historias, con palabras.

La palabra habitó entre nosotras.

Entonces supe que la eternidad es posible, entre un punto y otro punto, entre la vida y la muerte. Y en ella, ser mujer es ser todas las mujeres.