mayo 26, 2015

Mucha feria, menos libro: lo rescatable y lo desechable (III y último)

Foto tomada de CDN
Han pasado veinte días desde que la Feria Internacional del Libro Santo Domingo concluyó, pero no quería dejar las reflexiones que inicié hace unas dos semanas sin esta parte. Porque sí, porque existe en esta actividad, tan pateada y desvirtuada, lo rescatable. Y también hay, mucho desechable.

¿Qué es lo rescatable? Desde mi visión, los talleres, los invitados y los conversatorios. Y, lamentablemente, son estos los espacios menos atendidos por los visitantes y por los medios de comunicación (que hacen una cobertura pobre y sin ningún propósito de la Feria).

Por estos rescatables es que es necesario sacar la bulla, los stands de televisión (que cambiara de Telemicro a CDN no suma ni resta, simplemente cambia el sentido del ruido innecesario). Por ellos hay que sacar los matatiempos, las pulseras (increíble que en la caseta dedicada a Manuel del Cabral no hubiese libros de Manuel del Cabral y sí un montón de botones y pulseras), la artesanía, las casetas de las iglesias y religiones.

Y algo más. Lograr coordinar estas actividades con las escuelas, que los estudiantes no vayan a dar vueltas como locos, sin ton ni son, que pueda existir una agenda, organizada, con horarios, con actividades en las que hasta los maestro puedan trabajar antes de llegar a la Feria.

Claro, estos son deseos. Sueños. Los organizadores de la FIL siguen insistiendo en que todo va bien, es excelente y es un triunfo. Mientras, la llenan de más ruido, de más bulla, de actividades y más actividades, en mata tiempos..,

Lo peor es leer al final, que el país invitado será para el próximo año...República Dominicana. Sí, dicho así textualmente, Es como si Argénida invitar a su casa a Argénida. Nada que ver con invitar a Macando a una Feria del Libro...eso es literalmente, hermosamente, literario.

Así las cosas, el próximo año no solo nos deparará una especie de "onanismo literario", que espero que de verdad saque algo bueno de los escritores menos conocidos, ya que han anunciado que será "enfocado en la diáspora", sino que al parecer asumen que no hay nada que repensar.

Tengo una duda, ¿los dominicanos que no viven en República Dominicana están diferenciados de los que sí? ¿Eso de "enfocarse en la diáspora" qué es? ¿Son diferentes o hay que diferenciarles de los que no vivimos fuera del país?

P.D. Sobre la Feria me restan tres artículos que no hablarán de la Feria, sino de experiencias allí.

mayo 06, 2015

Mucha feria, menos libro: Lo bueno (II)


Estudiantes protegiéndose del sol en las escalinatas del Teatro Nacional.


Sí, dentro de toda la bulla está lo bueno.  Porque nada es absoluto.

Desde mi visión de alguien que va cada año a la Feria Internacional del Libro a buscar lo mejor dentro de una bulla que me hace cada año la búsqueda más difícil, y menos grata, puedo decir que mi obstinación me depara siempre bonitas experiencias.

Fui el primer día, a eso de la una de la tarde. No había casi nadie. Pude husmear. Llegué a la caseta de Fondo de Cultural Económica y por fin pude encontrar una antología de Jaime Sabines. Solo quedaban tres y el dependiente me aseguró que me guardaría un ejemplar para el día siguiente, pues no tenía los 600 pesos para comprarlo en ese momento.

Pasé por la Pabellón de Perú. Una gran decepción no encontrar un solo libro de Blanca Varela y José Watanabe. Tampoco habían libros de Mario Vargas Llosa. Sobre él, el dependiente me dijo que se debía a que la casa editora, Alfaguara, y dueña de los derechos de este escritor peruano, no había cedido sus obras para venderlas allí, y que además tenían una caseta en la Feria. Me sonó más a excusa que otra cosa, pero ni modo.


Fisgonee y vi otros libros que me podrían interesar, como uno de la periodista y escritora Gabriela Wiener, a quien leí varias veces en la revista Orsai.

El momento simpático sin duda fue cuando, con el periódico de la Feria en mano, me di cuenta que tenía de frente al escritor que reseñaban en portada ese primer día. Christian Reynoso me saludó creo que algo sorprendido cuando me le presente. Caminamos juntos por el recinto ferial un rato y quede de ir a una presentación donde participaría, que era justo antes de otra detrás de la cual había ido.

Visité contados stands. Me di cuenta que habían buenos precios, en especial en libros clásicos. No me aventuré a la zona de los stand de los ministerios, un asunto que entiendo está de más. Vi que había una zona de selfie con imágenes de los protagonistas de la Revolución Constitucionalistas de 1965.

Escuché el conversatorio con Reynoso. Fue un descubrimiento. De él y la visión de Perú y el periodismo, y de esa literatura peruana que desconocía totalmente. Tomé notas, escribiré algo al respecto en otro post.

Ese día también compré el libro de relatos Pardavelito, de José A. Beltrán. Estoy casi finalizando su lectura y les puedo decir que después de leer libros de Rey Andújar y Juan Dicent, no había encontrado una narrativa tan hermosamente explosiva, creativa, visceral y honda como la de este chico dominicano.

La segunda vez que regresé fue para una actividad en la que me invitaron. Compartí escenario con Néstor Medrano en el Pabellón de Comunicación, dedicado esencialmente a Yaqui Núñez del Risco. Estuvimos una hora y media leyendo poemas y hablando sobre poesía. Habían pocas personas, pero era muy entusiasta. Ese día fui a buscar la antología de Sabines que dejé guardada. La encontré.

Me fui.

La tercera vez que regresé lo hice para encontrarme con una amiga y por esas casualidades geniales de la vida me encontré con el periodista y cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, con quien intercambie mensajes una semana antes de que iniciará la Feria del Libro interesada en entrevistarlo. Una conversación accidental pero maravillosa. Pasamos una hora, Alberto, mi amiga y yo caminando por la Feria buscando un libro sobre merengue típico de Rafael Chajub. No lo encontramos.

No pude ir a ninguna de las dos actividades en las que participó Salcedo Ramos, pues mi agenda periodística es una locura. Pero lo entrevisté. Espero que esta semana o la próxima puedan leer la entrevista que le hice.

La cuarta y última vez que regresé fue el sábado pasado, a la presentación del libro "Formas del Ascenso. Estructura Mitológica en Escalera para Electra de Aída Cartagena Portalatín", del escritor dominicano Rey Andújar, Trabajo publicado por Isla Negra y que Andújar presentó como tesis de su doctorado en literatura en Puerto Rico.

La presentación de Rey fue una delicia. Escuchar sus señalamientos, su pensamientos sobre una escritora tan neural en República Dominicana fue uno de los mejores momentos que viví en la Feria. Apuntar que en la Feria no vi un solo libro de Aída Cartagena. Hace años compré en una de las ediciones feriales uno de sus poemarios.

No volví más, aunque no me faltaron ganas de hacerlo. Veía el programa y tenía deseos de no ir a trabajar y pasarme un día ahí dentro, a pesar del calor y la muchedumbre, solo para estar en algunas charlas, para entrevistar a algunos escritores (aquí tengo que decirles que es penosa la cobertura que se hace de la Feria del Libro, con tanta gente interesante para entrevistar y actividades que reseñar, todo se queda en decir a quien se dedica cada día y a repetir casi a la exactitud los mismos clichés de cómo van las ventas y "la masiva asistencia". Ya escribiré lo que pienso de esto), e insistir en encontrar algún libro que quisiera...aunque no encontrara a Varela y Watanabe en el pabellón de Perú me quitara gran parte de este deseo.

Por cierto, estaban vendiendo la primera edición de mi poemario Arraiga. La primera con la portada que se cambió. Lo vendían a 10 pesos en la Librería de Cultura.

Y no estaba en el pabellón Escritores Dominicanos. 

mayo 05, 2015

Mucha feria, menos libro: Todo cabe (I)

Solo tome fotos la primera vez que fui, el primer día de la Feria del Libro.
Foto: Argénida Romero


Ayer concluyó la XVIII Feria Internacional del Libro.

Esta mañana rememoré la única vez que fui a la Feria del Libro antes de ser internacional. Plaza de la Cultura, varias personas ofertando libros, otras personas viendo los libros, comprando libros. Era algo pequeño, pero todo era sobre ir a ver libros y comprarlos.

Las primeras ediciones de la Feria del Libro ya internacionalizada aun guardaban algo de ese espíritu. Recuerdo con nitidez la de 1997, el libro que compré y como pude hojearlo y leer las primeras páginas ahí mismo, porque el ambiente me lo permitía. En ese entonces se realizaba en el antiguo zoológico, donde ahora se monta el "parque de las luces" de la Alcaldía del Distrito Nacional en época navideña.

Luego la Feria se empezó a llenar de bulla. De casetas y stand de ministerios que nada tenían que ver con el libro. Por varios años el canal 5 montó una tarima junto al Teatro Nacional donde hasta bailarinas con poca ropa y música a todo volumen sonaban junto a espacios donde se vendían libros.

Sigo yendo la Feria del Libro, no dejaría de ir. Unos me dicen que apoyo lo mal hecho, otros me dicen que si voy no debo criticar. A los primeros les respondo que es un espacio público, uno que está lleno de cosas no muy buenas, pero también de cosas valiosas. A los segundos les digo: es una actividad que se realiza de fondos públicos, de los contribuyentes, organizada por funcionarios a los que se les puede reclamar desde los argumentos los fallos que entendemos existen.

Todos los años a los que he asistido, siempre he asistido a conversatorios, puestas en circulación,  recitales. He conseguido libros que sé no podría encontrar en las pocas librerías que quedan. Este año, por ejemplo, por fin pude comprar una antología de Jaime Sabines en la pequeña caseta del Fondo de Cultura Económica, y pude comprar el ensayo sobre Aida Cartagena Portalatín de Rey Andújar en la pequeña caseta de Isla Negra. Ambos libros a excelentes precios.

Pero no pude hojearlos ahí mismo, ni leer sus primeras páginas. Desde hace años es difícil hacer eso en una Feria del Libro en Santo Domingo.

¿Por qué debe estar una caseta de un canal de televisión en la Feria?

¿Para qué las casetas de ministerios como las Fuerzas Armadas y de otros ministerios que no sean Cultura y Educación? ¿Para qué un stand de la Policía Nacional?

¿Para qué espacios de iglesias y religiones?

¿Para qué las ventas de pulseras, carteras, pucas y accesorios?

¿No se supone que es una Feria del Libro? ¿Desde cuando una Feria del Libro es una Feria Cultural, o sea, donde cabe todo?

¿No sería mejor cambiarle el nombre y celebrar cada año la Feria Internacional de la Cultura?

Ya el libro no es un protagonista.