junio 24, 2007

Confesiones

Después de tantos pasos llegue aquí. Metamorfoseada, irreverente y apasionada, transgredí mis fronteras y, mortalmente humana, remendé mis vestidos con el canto de la luna que, tierna y solitaria, acuna el delirio de las horas que se me escapan.

Rotos los castillos, solté las amarras y bese al viento que desnudaba las cicatrices de mis manos. Exorcice las pesadillas y convoque al mar y a las estrellas. Descolgué los colores y las sombras…calle.

Entonces, pasee por la frontera de las profecías clavadas en el cielo, llena de nuevos amaneceres. Tome los puntos suspensivos de mi voz más secreta y dibuje nuevas pisadas.

Rebelde ante el ayer y el destino, desate los fantasmas y reinvente el paisaje. Atrape el eterno instante que se me regalaba, intenso y breve, y salí, menos ajena, a sembrar luces, a bailar con las hadas y a despertar las lágrimas que duermen en el mar.