mayo 05, 2015

Mucha feria, menos libro: Todo cabe (I)

Solo tome fotos la primera vez que fui, el primer día de la Feria del Libro.
Foto: Argénida Romero


Ayer concluyó la XVIII Feria Internacional del Libro.

Esta mañana rememoré la única vez que fui a la Feria del Libro antes de ser internacional. Plaza de la Cultura, varias personas ofertando libros, otras personas viendo los libros, comprando libros. Era algo pequeño, pero todo era sobre ir a ver libros y comprarlos.

Las primeras ediciones de la Feria del Libro ya internacionalizada aun guardaban algo de ese espíritu. Recuerdo con nitidez la de 1997, el libro que compré y como pude hojearlo y leer las primeras páginas ahí mismo, porque el ambiente me lo permitía. En ese entonces se realizaba en el antiguo zoológico, donde ahora se monta el "parque de las luces" de la Alcaldía del Distrito Nacional en época navideña.

Luego la Feria se empezó a llenar de bulla. De casetas y stand de ministerios que nada tenían que ver con el libro. Por varios años el canal 5 montó una tarima junto al Teatro Nacional donde hasta bailarinas con poca ropa y música a todo volumen sonaban junto a espacios donde se vendían libros.

Sigo yendo la Feria del Libro, no dejaría de ir. Unos me dicen que apoyo lo mal hecho, otros me dicen que si voy no debo criticar. A los primeros les respondo que es un espacio público, uno que está lleno de cosas no muy buenas, pero también de cosas valiosas. A los segundos les digo: es una actividad que se realiza de fondos públicos, de los contribuyentes, organizada por funcionarios a los que se les puede reclamar desde los argumentos los fallos que entendemos existen.

Todos los años a los que he asistido, siempre he asistido a conversatorios, puestas en circulación,  recitales. He conseguido libros que sé no podría encontrar en las pocas librerías que quedan. Este año, por ejemplo, por fin pude comprar una antología de Jaime Sabines en la pequeña caseta del Fondo de Cultura Económica, y pude comprar el ensayo sobre Aida Cartagena Portalatín de Rey Andújar en la pequeña caseta de Isla Negra. Ambos libros a excelentes precios.

Pero no pude hojearlos ahí mismo, ni leer sus primeras páginas. Desde hace años es difícil hacer eso en una Feria del Libro en Santo Domingo.

¿Por qué debe estar una caseta de un canal de televisión en la Feria?

¿Para qué las casetas de ministerios como las Fuerzas Armadas y de otros ministerios que no sean Cultura y Educación? ¿Para qué un stand de la Policía Nacional?

¿Para qué espacios de iglesias y religiones?

¿Para qué las ventas de pulseras, carteras, pucas y accesorios?

¿No se supone que es una Feria del Libro? ¿Desde cuando una Feria del Libro es una Feria Cultural, o sea, donde cabe todo?

¿No sería mejor cambiarle el nombre y celebrar cada año la Feria Internacional de la Cultura?

Ya el libro no es un protagonista.

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