Los puentes son necesarios. Siempre unen dos mitades, dos partes alejadas. Es el hilo por donde corren la diferencias para hacerse diferencias asimiladas…y en algunos casos igualdades concertadas.
Los hay tan cortos, que a menos de veinte pasos viajamos de una dimensión a otra. Los hay tan extensos, que se nos pasa una breve eternidad en descubrir el aire que se respira del otro lado.
Unos unen países, ciudades, campos y aldeas; otros, soledades, alegrías, lágrimas y caricias. Los primeros, los inauguran las aspiraciones de desarrollo. Los segundos, la necesidad de dejar de ser islas y convertirnos en continentes.
Los que unen países, ciudades, campos y aldeas, corroídos por el tiempo, necesitan reparaciones para no caer, para seguir funcionando. Los que unen soledades, alegrías, lágrimas y caricias, corroídos por el tiempo, necesitan el calor de una mirada, para que sigan fluyendo los sueños.
Pero los puentes no son eternos. Muchos perecen, deben hacerlo, para dar paso a otros. Los que unen países, ciudades, campos y aldeas se renuevan para dar paso a los más modernos, más eficaces, más adecuados.
Los que unen soledades, alegrías, lágrimas y caricias se renuevan a cada paso, cuando las palabras se convierten en palomas. Pero cuando desaparecen, a diferencia de los que unen países, ciudades, campos y aldeas, cuyas memorias mueren con ellos, nos dejan una cicatriz donde siempre nace un arco iris.
Los hay tan cortos, que a menos de veinte pasos viajamos de una dimensión a otra. Los hay tan extensos, que se nos pasa una breve eternidad en descubrir el aire que se respira del otro lado.
Unos unen países, ciudades, campos y aldeas; otros, soledades, alegrías, lágrimas y caricias. Los primeros, los inauguran las aspiraciones de desarrollo. Los segundos, la necesidad de dejar de ser islas y convertirnos en continentes.
Los que unen países, ciudades, campos y aldeas, corroídos por el tiempo, necesitan reparaciones para no caer, para seguir funcionando. Los que unen soledades, alegrías, lágrimas y caricias, corroídos por el tiempo, necesitan el calor de una mirada, para que sigan fluyendo los sueños.
Pero los puentes no son eternos. Muchos perecen, deben hacerlo, para dar paso a otros. Los que unen países, ciudades, campos y aldeas se renuevan para dar paso a los más modernos, más eficaces, más adecuados.
Los que unen soledades, alegrías, lágrimas y caricias se renuevan a cada paso, cuando las palabras se convierten en palomas. Pero cuando desaparecen, a diferencia de los que unen países, ciudades, campos y aldeas, cuyas memorias mueren con ellos, nos dejan una cicatriz donde siempre nace un arco iris.
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