No puedo evitar reflexionar un poco sobre este calendario que dejo atrás. Ni tampoco diluir la añoranza de los colores que han matizado los días de este moribundo año, en el suspiro de mis cavilaciones.
Muchos de estos días, que hoy despido, me han regalado la intensidad de un beso, de una caricia, de un reencuentro. Momentos inolvidables de emoción, de lágrimas y de sonrisas. Marcas indelebles de los que se fueron, y de los que se quedaron.
También me han dejado la decepción, propia y ajena, de las heridas inevitables, y de las evitables, de las promesas incumplidas, de las palabras inconclusas, del sueño despertado en las mañanas lluviosas del pesimismo.
Pero también (¡y que alegría!) me han dado la oportunidad de disfrutar del dulce aroma de la meta alcanzada, de estrechar la mano de quién me ha ayudado a continuar, de la verdad esparcida en el silencio de los hechos, de la resurrección de cada mañana después de despedir la oscuridad de mis ojos.
A las doce de la noche, yo, tú y los demás, diremos adiós a estos días, los buenos y los malos. Ojalá que esta noche, fuera del bullicio que acompaña esta despedida, podamos tener tiempo de renovar nuestros calzados, para así poder reiniciar nuestro camino.
“Ama y haz lo que quieras”. San Agustín.
Muchos de estos días, que hoy despido, me han regalado la intensidad de un beso, de una caricia, de un reencuentro. Momentos inolvidables de emoción, de lágrimas y de sonrisas. Marcas indelebles de los que se fueron, y de los que se quedaron.
También me han dejado la decepción, propia y ajena, de las heridas inevitables, y de las evitables, de las promesas incumplidas, de las palabras inconclusas, del sueño despertado en las mañanas lluviosas del pesimismo.
Pero también (¡y que alegría!) me han dado la oportunidad de disfrutar del dulce aroma de la meta alcanzada, de estrechar la mano de quién me ha ayudado a continuar, de la verdad esparcida en el silencio de los hechos, de la resurrección de cada mañana después de despedir la oscuridad de mis ojos.
A las doce de la noche, yo, tú y los demás, diremos adiós a estos días, los buenos y los malos. Ojalá que esta noche, fuera del bullicio que acompaña esta despedida, podamos tener tiempo de renovar nuestros calzados, para así poder reiniciar nuestro camino.
“Ama y haz lo que quieras”. San Agustín.
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