diciembre 08, 2013

Entrevista con José Ovejero

Dos días transcribiendo. Obvio, la entrevista salió cortada, editada, en el impreso del Diario Libre, periódico donde trabajo.

Me gusta entrevistar, mucho. Y las entrevistas se me vuelven buenas conversaciones. Aunque en este caso, con José Ovejero, sentí que estaba como algo cansado. Supongo que la razón era porque andaba de gira promocional, dígamos así, de su novele "La invención del amor", ganadora del premio Alfaguara de este año.

Leí la novela. Es una premisa interesante. No la de inventar el amor, sino de inventarlo sobre alguien que no conoces ni podrás jamás conocer.

Aquí publico la entrevista sin editar, completa.



"El amor nos los inventamos cada vez que nos enamoramos"

Por Argénida Romero

SD. ¿El amor es o se crea? ¿Se puede crear cuando las circunstancias y la soledad no dejan otro camino? ¿Y hasta cuando el objeto del amor ya no existe? Son las preguntas que reflexiona las acciones de Samuel, el personaje central de la novela "La invención del amor", del escritor español José Ovejero, quien conversó con DL sobre su obra y las vivencias que las acompañan.

Parafraseando el título y el contenido de su novela… ¿Es posible inventar el amor?
(Risas) Pues te daré la respuesta que he dado en estos días, cuando me han preguntado algo parecido. El amor nos los inventamos cada vez que nos enamoramos. Inventamos al otro, al que no conocemos normalmente o conocemos demasiado poco y lo inventamos para proyectar sobre él nuestras necesidades, nuestros deseos. Y nos inventamos para el otro. Nos hacemos más seductores, ocultamos esas partes de nosotros porque sabemos que pueden no gustar, entonces en cualquier enamoramiento hay un proceso de invención. En la novela Samuel lleva esa invención mucho más lejos, puesto se enamora de alguien que no conocía ni podrá conocer, pero el mecanismo es el mismo

Samuel parece llevar un discurso filosófico del amor a lo largo de toda la novela, pero también un discurso sobre su lugar en la vida, de un hombre que busca su lugar. ¿Buscó también plantear esa búsqueda de sentido en su novela?
En “La invención del amor” hay una reflexión más amplia que no tiene que ver con el amor, que tiene que ver con la soledad, de cómo vivimos, con que nos conformamos, de cómo nos vamos adaptando a una situación en que quizás no somos felices pero, bueno, no estamos mal del todo.  Entonces lo que pasa que no es tanto algo buscado como algo que va saliendo según voy construyendo el personaje y lo pongo a reflexionar, lo pongo un poco a actuar también y reflexionar sobre cómo actúa. Es algo que lo va dando la propia dinámica de la novela, no es que yo tuviese previamente una teoría que quería contar al público, sino que utilizó la novela para pensar yo mismo sobre cosas que a mí me parecen interesantes y que pueden llegar al lector en medio de una ficción.

Diría que Samuel y Carina, sus personajes principales, expresan  ese desasosiego existencial del hombre y la mujer de este siglo
La insatisfacción, creo que sí. El haber vivido una vida que te parece que no es esa la que hubieras querido vivir y, como decía, que te has ido conformando poco a poco y quizás lo que los une es precisamente una especie de envidia o de deseo de Clara, que es quien no se ha conformado. Es verdad que ha acabado mal por casualidad, por un accidente, pero es la única de ellos que se ha arriesgado a vivir de verdad lo que quería vivir. Creo que es lo primero que une a Samuel y a Carina. Esa concepción de que a veces la vida es una sucesión aceptaciones, de cosas que quizás uno no quería aceptar pero que poco a poco vas entrando en cierto juego y en cierta edad te encuentras atrapado.

Dicen que las historias literarias tienen un poco de su creador, ¿Qué tanto hay de usted en “La invención del amor”?
De mí en  “La invención del amor” hay bastante, lo que no hay que confundir con que Samuel sea yo, quiere decir que hay partes de mi experiencia. De entrada todo el ambiente de la novela, el barrio, la casa, incluso los vecinos son un poco parte de mi experiencia. Yo vivo en ese barrio, yo veo lo mismo que ve Samuel cuando sale a la calle. Y luego en conjunto hay una reflexión sobre la realidad, sobre el amor, sobre los sentimientos, sobre cómo nos engañamos que en buena medida comparto con Samuel. Luego hay una serie de cosas de Samuel con las que no estoy de acuerdo, pero no se trata de utilizar a Samuel para decir lo que pienso, sino para que diga cosas que pueden afectar al lector de alguna manera, positiva o negativamente, lo hagan removerse y pensar ¿y yo? ¿Cómo vivo esto?

Ahora que comenta eso que va o no va de un escritor con su personaje, ¿entiende que el escritor debe comprometerse con alguna ideología, algún objetivo social, a través de su literatura o no?
El escritor debe escribir bien, es su primera misión. No creo que se pueda pedir que Kafka sea un escritor comprometido. No. A no ser que entiendas el compromiso con algo amplio, un compromiso con el ser humano, no compromisos políticos específicamente. En mis novelas hay política, porque a mí me interesa, hay un trasfondo político-social con frecuencia, pero yo no creo que pueda exigirse, y menos a un escritor,  ese trabajo. Si me interesa en general una literatura que tiene ese compromiso más amplio, con el ser humano, con la indagación de lo que somos, con mostrar cosas quizás no fáciles de ver. Eso sí, pero no más allá de ello. La literatura puede ser muchas cosas.

Usted ha escrito en varios géneros, ha escrito poesía, narrativa, ensayo. ¿Cuál prefiere?
Supongo que el que estoy escribiendo ahora (risas). Salvo en el teatro, que me encuentro muy inseguro, con todos los demás si te diría eso. Lo que estoy escribiendo en este momento es lo que me apasiona. SI me pongo a escribir poesía y me gusta mucho hacerlo, quizás no lo hago con mucha frecuencia, quizás porque tengo menos atracción natural a la poesía que hacía la novela, el cuento, el ensayo.  Pero cuando estoy en ello me da igual, es escribir, es intentar contar, es intentar utilizar el lenguaje para expresar y cada género es una herramienta distinta.

¿Es de los escritores que se sientan a redactar con un estructura previa de hacia dónde va su historia o de los que inician con una estructura de partida pero dicen que no saben hacia dónde van?
Normalmente no sé qué va a pasar en mis novelas, no sé qué personajes van a aparecer, lo voy descubriendo según escribo. Cuando dicto talleres de escritura creativa les digo a mis alumnos que creen una estructura que apoye los personajes, que ideen un final. Ellos me preguntan que si lo hago y les digo “no, yo no”. Pero sin embargo es una buena manera de aprender a escribir, porque al principio estás muy inseguro y si no tienes una estructura te puedes perderte fácilmente, puedes bloquearte. Pero cuando tienes la seguridad de que lo que escribes va a salir adelante, entonces me parece que es más enriquecedor partir de un plan.

¿Se puede enseñar a alguien a ser escritor?
Ser escritor, creo, se compone de dos partes. Una, tener una visión original, lo que significa, que sea profunda de la realidad, y otra que sepas expresarla.  Lo primero es muy difícil de enseñar. Lo tienes o no lo tienes. Tiene que ver con tu experiencia, con tu inteligencia, con tu capacidad de implicación, con tu capacidad también para engañarte ante cosas que no ves si no te engañas y con un montón de cosas que tienen que ver con la capacidad de cada uno. En eso puedes ayudar un poquito, pero muy poquito. Con las herramientas, con la técnica, ahí sí creo que puedes enseñar posibilidades que no se le ocurren a uno, atajo, quizás a evitar ciertos errores, a reflexionar sobre ciertas técnicas y por eso doy clases de escritura creativa. Pero siempre advierto de que yo no voy a hacer un gran escritor de alguien que no pudiese serlo por sí mismo.

Escritores que aprenden, pero que hay del libro como medio, el libro de papel. En este presente en que se vaticina su fin, con las crisis de las librerías ¿Qué cree de su futuro?
El libro en papel irá despareciendo poco a poco. Pienso que no desaparecerá del todo. Siempre quedarán ciertos amantes de los libros. Si hay gente que colecciona sellos por qué no va haber gente que compre libros. No hay cosa más inútil y absurda que los sellos (risas). Será una minoría de compradores de libros en papel y los demás leerán en libros electrónicos. Puede gustarnos o no, pero es como decir que los carros de caballo eran más románticos que el tren, pero el tren va más lejos y más rápido y lleva más gente. Lo práctico se impone y el libro electrónico es práctico.

¿Qué aconsejaría entonces a los libreros?
Dos cosas. Abre tu librería y por un bar en ella…

¿Un bar?
Sí, un bar para tomar café, para tomar vino. Bueno, tres cosas. Una, esa. Dos, has una selección personal de los libros. Es decir, no lleves lo que lleva todo el mundo, sino que quien vaya a tu librería sepa que va a encontrar un determinado criterio. Tres, organiza muchos actos. Talleres, conferencias, cursos, literatura para niños. En España han cerrado muchas librerías, pero se han abierto muchas nuevas y las que funcionan son las que cumplen esos criterios. Son librerías activísimas en Madrid, que son las que más conozco con un bar donde puedes quedar con tus amigos, tomar algo y de paso hojeas un libro y quizás lo compras. Vas a un taller, llevas a tu niño a hacer actividades y esas son las librerías que están funcionando.

¿Y las bibliotecas? ¿También deben modificar su presencia?
Al algo evidente que modifica la función de las bibliotecas que es el acceso en línea, que hace que esos espacios inmensos, como son la mayoría de las bibliotecas, vayan perdiendo su función una vez que sus fondos estén en línea la gente no se va a desplazar a las bibliotecas, por lo que está claro que habrá un proceso de transformación también.

En el mercado del libro, ¿es un tema de bestsellers o de calidad? Hay quien dice que hay que escribir para vender
Me parece una profesión muy digna, igual que el que fabrica mesas y dice que hará una mesa que se adapte al gusto del público, una mesa que se compre. Pues hay libros que están hechos para eso. Me parece muy bien y creo que es un objeto distinto del libro que no se crea para satisfacer una demanda. Me parece que la mejor literatura es la que no está pensada en función del lector, sino en función de sí misma. De buscar, de investigar, de crear algo completamente nuevo, y si creas algo completamente nuevo no sabes si va a gustar, pero sino te limitas a satisfacer una necesidad y a repetir  una y otra vez modelos parecidos. No tienen que desaparecer los bestseller, lo que creo es que son dos objetos distintos.

Con esta novela usted ganó el premio Alfaguara este año. ¿Cuál cree que sea la importancia de los premios?
Yo me presentó a premios porque me parecen útiles, me permiten vivir mejor de lo que viviría sin ellos, porque dan más dinero que lo que puedes recibir de cualquier anticipo para publicar, o bien porque te abren ciertas puertas. Cuando quería marcharme de la editorial donde estaba, para abrirme otras posibilidades. Y luego algo concreto, con el Anagrama de Ensayo que gané el año pasado, que tiene poco dinero pero te concede cierto prestigio, sobre todo para un escritor de ficción como yo ganar un premio de ensayo de ese tipo está bien y me alegra mucho que se me considerará merecedor de ese premio. Claro que influye la suerte, quien era l jurado, que humor tenían, cuáles son sus gustos…pero está bien. Los premios sencillamente me han abierto algunas puertas y me permiten vivir más tranquilo.

¿Qué le aconsejaría a alguien que quiere, o busca, trata de ser escritor?
Que lea, creo que eso es obvio. Ver que hacen otros. Buscar la originalidad está bien pero uno siempre tendrá influencias y estaría bien buscar cuales podrían ser mis propias influencias, saber qué es lo que a uno le interesa realmente en la literatura. Y luego lo otro, que también es algo evidente,  no dejar. Es difícil que te habrán paso, el mercado es muy reducido, pero si quieres escribir, escribe. Yo escribí durante muchos años sin que nadie le interesase lo que hacía, pero si es lo que quieres hacer no te dejes desanimar.

Desde su punto de vista para qué sirve la literatura en un mundo como el de hoy, que parece apostar a lo efectivo, en lo inmediato.
La mala literatura sirve para escapar de la realidad, para irte a vivir al mundo donde las historias terminan bien, donde el bueno al final se lleva la chica, y el malo muere. Eso nos permite escaparnos y entretenernos un rato. Esa es la mala literatura, la literatura conservadora. Para mí la buena literatura lo que hace es ampliar la experiencia del lector y ponerle más en contacto con su propia vida. Crear mundos de ficción a los que va el lector porque ahí va a encontrar el acceso a ideas, a emociones, que tienen que ver con la propia experiencia. La literatura no debe suplantar la vida, sino que debe ensancharla.

¿Qué piensa sobre la situación actual en España?
Vivimos una época de crisis económica, política y social. Una crisis de esperanza, de confianza en el sistema político. De la crisis económica se podrá ir saliendo poco a poco, de todas las demás se puede salir recuperando la confianza en el sistema, pero para recuperar esa confianza se necesita una renovación. Creo que esa renovación no se va a hacer desde el Parlamento, sino que es necesaria la presión de la calle, la presión de los manifestantes, que se denuncie desde la calle en las manifestaciones masivas, la corrupción y la política de desahucios es lo que me parece que está arrojando más resultados.  Y espero que seamos capaces de mantener esos procesos en las calles.


2 comentarios:

Víctor Manuel Ramos dijo...

Interesante, Argénida. Que bueno que puedas compartir la entrevista completa para quienes buscamos ese contenido. Me gusta la explicación que él da sobre si el escritor nace o se hace, y también el asunto de ser o no "comprometido", pero no conozco su obra. ¿Será para añadirlo a la lista? Tú me dices.

Argénida Romero dijo...

Sólo leí este último libro de él, que ganó el premio Alfaguara de la Novela. Es buena, aunque no me hizo decir como "excelente". Pero claro, es un asunto de gusto muy subjetivo.

También me gustó su punto de vista sobre lo de ser escritor y el compromiso, fueron dos preguntas que hice con mucho interés, pues es algo que se discute con frecuencia en los círculos literarios.