septiembre 01, 2010

De montañas y poesía… o de poetas y montañas (que no es lo mismo) I


“Chuang Tzu soñó que era un perro, al despertarse no sabía si era un perro o un humano que se comía su propia carne”. Yorelis Santo, 11 años. Mi barrio en letras, Hatillo, San Cristóbal. Ejercicios de microrrelatos para niños auspiciados por la Fundación Literaria Aníbal Montaño.

Luego de varios kilómetros y horas, llegue a Jarabacoa (Municipio de la provincia La Vega en República Dominicana) con el firme deseo de curiosear. Si, ni más ni menos. Un Festival de Poesía donde sólo se reúnen poetas para recitarse poemas entre ellos se me asemeja, salvando distancias, a un laboratorio en que los científicos repasan sus pruebas y observaciones sin ningún interés de darlas a conocer a nadie más que no sea un científico. Definitivamente, algo curioso.

Claro, yo fui parte de ese experimento. Al revisar el programa un día antes de partir a Jarabacoa, mi nombre figuraba en un espacio del sábado en la mañana en compañía de otros conocidos y otros desconocidos que escriben poesía. “Poetas que nos convocan”, era el nombre de ese recital mañanero. ¿Será que los poetas podrán convocar una huelga o paro nacional?

Primeras impresiones y una alta voz
Viernes en la tarde. Cinco y media. Con más equipaje del conveniente, mi pareja y yo llegamos a Pinar Quemado, una estancia salesiana en la que celebra desde hace ocho años esta actividad. Había estado antes ahí. Hace unos 11 años fui sometida en se lugar a uno de los tantos retiros religiosos a los que asistí durante toda mi adolescencia y parte de mi “joven adultez”. Pero esa tecla no la voy a tocar, es de montaña y poesía que se trata esta vez. O de poetas y montañas, que no es lo mismo.

Mi primera buena nota del día fue conocer a Tanya Badía, una joven vivaz y trabajadora (además de buena escritora). Ella y sus padres colaboran con la organización del Festival de Poesía de la Montaña. Después de confirmar los datos, pagar la estadía y entregarnos la llave de la habitación, mi compañero y yo divisamos a Taty Hernández, el alma de este festival.

Abrazos efusivos. Taty es una gran gestora cultural que hace un trabajo que muchos “palabreros culturales” quisieran (y debieran) ostentar. “Por fin aquí”, me dijo. Y con algo de vergüenza le dije que si, ahí estaba, después de amagar por dos años mi asistencia.

Camino a la habitación notamos que en el salón al aire libre se realizaba uno de los recitales del programa. No nos detuvimos. Traíamos mucho cansancio a cuestas. Sin embargo, una voz nos persiguió hasta la habitación y se mantuvo con nosotros por largo rato. Y no piensen que fue porque nos dejara impresionados o había atrapado nuestra sensibilidad. Es que la señora que declamaba no lo hacía, sino que gritaba a unos niveles que era imposible distinguir algún halo de música poética en sus palabras.

¡Virgen de los encaramados! (ya les hablaré de ella un día) Sólo pensé en el publico que tenía, por cortesía, que aguantar semejantes alaridos. Tuve curiosidad de ir a ver quién era, pero más pudo mi deseo de tomar un baño y disfrutar el hermoso paisaje del lugar.

¿Poeta yo?
Con las energías renovadas, mi compañero y yo fuimos al salón. Este espacio es una especie de kiosko de cemento rodeado de jardines. Hermoso. Saludamos a los conocidos, que no eran muchos. Tomamos asiento.

Escritores de San Pedro de Macorís agotaban su turno. Me tocó escuchar algunas curiosas combinaciones de palabras y otras que tenía tiempo sin escuchar. “Magia de colores”, “degloto (¿alguien me facilita el significado?) la alegría”, “alborada”, “límpido”…

Luego esta participación toman lugar los poetas de la Fundación Aníbal Montaño de San Cristóbal. Pero según el programa, algo faltaba antes de esta parte: un recital de poesía urbana con “aliento a Homero Pumarol”. Para quienes no lo conocen, Homero es uno de esos escritores sin cánones comunes, ni para escribir ni para vivir. En estos días está recuperándose de un accidente.

El recital con el aliento de Homero estaba a cargo de los chicos del Movimiento Erranticitas (de este movimiento sé que hacen o hacían un festival que se llama o se llamaba “de la cucaracha aplastada” en la zona colonial a raíz de la muerte de uno de sus integrantes. Ya buscaré de qué se trata), pero nunca llegaron.

Pero vamos a los que si llegaron. Dentro de los poetas de San Cristóbal una nos dejó sin aliento y me hizo preguntarme más de una vez: ¿poeta yo? “Este cuerpo que finjo”, dijo esa pequeña de nueve años mientras leía uno de sus poemas. A pocos poetas premiados les he escuchado decir algo así escrito de su puño y letra. ¡Virgen de los encaramados!

“Rebelde de M”, el cimarrón y los performance
Luego de los recitales vi cosas que pensé no ver en un Festival de Poesía en este país, por lo que me encanto que estuvieran. Y cuando digo esto me refiero al hip hop y el subtitulo de esta parte de mi personal crónica nombra una de las rapeadas de RK (no averigüe nunca su nombre), oriundo de San Cristóbal.

Lo de ese chico fue algo que no dejo a nadie quieto en su silla, y no precisamente por bailar. Lanzo dardos nada poéticos contra el gobierno de turno, el presidente de turno y el sistema de turno. Mire a mi alrededor y…muchos de los ahí presentes trabajan en el Ministerio de Cultura de turno. No aguantaba la risa.

Eso sí, debo aclarar (que uno nunca sabe los pensamientos de quien lee), que la “M” es la de mentira. De nada más. Digo, a menos que en vez de rebelde…como guste.

De San Cristóbal también, que por lo visto hace un trabajo cultural digno de admirar y conocer, tuvimos la presentación de un personaje que nos acompañó durante todo el festival. Un cimarrón escapado de nuestra identidad que nos recordó las raíces que nos laten desde África. Luis Arias, el cimarrón, del Teatro Callejero de esa ciudad.

El cierre estuvo a cargo de los performance. Si, esa expresión que ha cobrado tanta fama por estos predios. Yo de performances no se mucho. Los veo como una presentación dramatizada de algún texto o idea, algo así como una mini obra de teatro. He visto pocos y cuento con tres dedos lo que me han gustado y me sobran dedos. Uno de los que me gusto lo vi esa noche.

Luis lanzó papeles al piso después de leerlos. Lissette recito algo que no pude percibir bien mientras le daba forma con el movimiento de su cuerpo. Alexei mezcló mucho frente a un lindo lienzo. Frank y Harry recitaron poemas que me dijeron mucho con una imagen corporal que me dijo mucho más y se convirtieron en mis favoritos.

Después de eso…fue una noche muy bohemia. Yo, como siempre, fui víctima de los rápidos efectos del alcohol en mi sangre, así que me acosté cuando la cosa se puso buena, según las versiones recogidas la mañana siguiente, una mañana que inauguro un sábado de cuestiones feministas, reconocimientos y “altísima” poesía.

1 comentario:

Víctor Manuel Ramos dijo...

Muy buen recuento, Argénida. No he tenido la dicha de participar de eventos como estos, aunque en materia de poesía me quedaría corto, y me parece que es normal que haya una mezcla como la que describes en este tipo de eventos, y que ese colorido es parte de la experiencia.