septiembre 01, 2006

Indignada

Viví los últimos dos gobiernos del “Doctor” desde la absorta mirada de mi adolescencia. De esa época recuerdo tres cosas: que la Constitución se llamaba “pedazo de papel”, que la corrupción se exorcizaba en las puertas de un despacho y el rastro olvidado de un profesor.

De los 12 años del “Doctor” conozco las líneas que he ensartado desde la memoria de las lucierganas que sobrevivieron al oprobio; líneas parias, escritas a golpes de sangre y esperanza; líneas poscristas, que viven latentes en el suspiro de esta tierra.

Pensé que después de su muerte, el “Doctor” sería pesado en la justa medida del ominoso legado de sus sombras, de sus 22 años de sombras. Pero no. Sus herederos, camaleónicos herederos, le han creado un altar de flores marchitas, en el que le rinden homenaje.

Por eso no puedo evitar sentirme indignada. Indignada por la historia que se esconde. Indignada por los rostros que se pierden. Indignada por los nombres que se nos borran. Indignada por tantos olvidos.

Indignada ante el reeditado carnaval de nuestra memoria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Argénida. Al leer tu artículo "Indignada" y recordar todos los argumentos rebuscados para justificar y enaltecer al caudillo, me pregunto cuántos quintales de varilla y cemento valdrá la sangre derramada de más de una generación de jóvenes dominicanos, de cabezas políticas progresistas que pudieron introducir al país en un debate libre, equitativo y democrático, más propicio al desarrollo integral y sostenible.
También me pregunto cuántas funditas coloradas, muñecas y bicicletas y obras de "beneficencia pública" harán falta para reponer todos los recursos extraídos de las mil veces quebradas CDA, CDE y otras empresas de CORDE y emporios estatales como el CEA; cuántos años durará el país pagando subsidio a las empresas privadas que vinieron a ocuparse del mercado de los servicios públicos que debieron brindar las instituciones del Estado, entidades quedaron en el descalabro después de los regímenes de 12 y 10 años, sin librar de culpas a los sucesores.
Algunos de quienes buscan redimir su memoria deberían responder cuántos monumentos debemos levantar para agradecer al gran maestro de maestros de la política dominicana que sus enseñanzas clientelistas, demagógicas y manipuladores anden repartidas hoy por doquier y en todas las banderas partidistas.
No sé quién se suponía que debía construir presas, autopistas y proyectos habitacionales con recursos del Estado (grado a grado) si durante 22 años no dejó gobernar a nadie más, ni siquiera cuando los dominicanos y las dominicanas se resistieron al chantaje de las funditas y no votaron reformista.
Me pregunto también cuál será el porcentaje de la población que disfrutó de gobiernos "sin injusticias" si los privilegios causaron múltiples problemas hasta entre los reformistas. Tendríamos que cuestionarnos si fueron suficientes los fraudes que le soportamos al "padre de la democracia" o si quedamos en deuda con él.
Que alguien explique por qué en el país del "ilustre estadista" y visionario político los estudios demuestran que los egresados de las escuelas y liceos no han desarrollado, si quiera, la capacidad para aprender.
De cuántas de las obras de todas las que dejó este "político de los pies a la cabeza" tendríamos que habernos perdido para, en cambio, disfrutar de un país con instituciones, con hospitales públicos eficientes y seguridad social, con respeto a los derechos ciudadanos; quizás habríamos podido disfrutar de una cosa y la otra -la infraestructura y las instituciones- si sus gobiernos no hubiesen fabricado tantos millonarios que cambiaron de estatus con base en una corrupción generalizada que -dizque- se detenía en la puerta de su despacho.
Gracias por permitirme compartir este tu espacio.
Nicanor Leyba, periodista

Anónimo dijo...

"Sus herederos, camaleónicos"

Con eso dices mucho!

Lo que pasa en nuestro país no nos debería sorprender, cosas peores seguirán pasando y han pasado!

Saludos.

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