"Stat rosa pristina nomime, nomina nuda tenemus". ("De la primitiva rosa sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos"). El nombre de la Rosa, Umberto Eco.
octubre 06, 2006
Un amanecer
Seis y media de la mañana. Caminaba hacía mi trabajo, algo absorta en mis pensamientos, como siempre. Contaba mis pasos y mantenía un intenso monólogo con mi interior.
De vez en cuando la caricia leve, pero certera, de los árboles y el susurro de las calles, casi desiertas, me distraían de los perennes e inquietos colores que juguetean en mi alma.
Me sentía muy pesada. Traía cargado ese cúmulo de “no se que” y “de que se yo”, lastres de los días que me pasan, a veces muy deprisa, envueltos en la rapidez y los pendientes.
Levemente desamparados estaban mis ojos, viendo sin ver, cuando en un mágico pellizco del susurro posado en mis cabellos, fui rescatada. Quietos mis colores y silenciado mi monólogo, pude asirme al intenso destello de un día que nacía.
Entonces, intensamente plena, tome prestado el horizonte y continué.
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1 comentario:
La mañana se desliza rauda y veloz por tu frente. Te acaricia las pecas, sin permiso. Te mira, te toca y te vuelva tocar.
Con la inocencia a plena mañana enfrentas el día… Y a las flores y a los ladrones. Hasta que llegas todo va bien, hasta que entiendas toda tú. Todo eso te pasa en un minuto, como le pasó a Amanda.
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