julio 29, 2012

Matar al padre

Padre mío
que caminas en las sombras
colocando cenizas bajo mis pies
huye de mí
corre a esconderte de tu nombre
de tu herencia de jaulas vacías
huye, padre mío,
que no te alcance el desierto que me dejaste de cobija
destierrate la ausencia
cierra los ojos por tu cuenta, a tu modo,
dame la espalda
huye
llévate las tristísimas flores
las tristísimas muñecas
el tristísimo aliento que me soplas en el cuello

sálvate de la sentencia, padre mío.

Tu niña ha muerto.

3 comentarios:

António Eduardo Lico dijo...

Muy bella poesia.

Argénida Romero dijo...

Gracias :)

Franklin P dijo...

Y agregaría yo:
y cruces en mis hombros.

Profundo, como siempre, Poeta.