A Homero
Sé cómo se llama
el no sabe cómo me llamo
pero, ahora, solo me interesan sus cordones rojos
el equilibro de sus manos bailando
la silla, el eje de su mundo,
donde no sabe mi nombre y sus cordones hablan del botón que no se coser a mi blusa
está sentado y lucha con sus cordones rojos
los necios cordones rojos que se niegan a girar con él, a seguirle el destino sin su silla
nadie lo nota
solo yo, que miro su espalda.
1 comentario:
En la vida muchas veces estamos sumergidos en algo que no nos deja crecer como seres humanos y ni siquiera nos damos cuenta de ello... sin embargo, los terceros que nos rodean sí lo pueden notar... ven más que uno mismo.
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