Ruperto Long, escritor y político uruguayo. Diario Libre/Pedro Bazil |
¿Debe un escritor militar a través de lo que escribe? Eso implicaría, creo, volver un texto propaganda y en los casos menos graves, pretender de manera explicita mandar un mensaje. Pero... ¿El escritor o escritora siempre manda un mensaje en lo que escribe? Digo, creo, que siempre hay uno aunque no sea la intención del escritor o escritora darlo.
Claro, una cosa es que el lector saque conclusiones, todos lo hacemos cuando leemos, ese reflexionar sobre una historia que relata una novela, un cuento, un poema. Entiendo que la manera de pensar del escritor o escritora permea sin remedio en lo que escribe, así que, me pregunto, ¿qué convierte un texto en una propaganda? ¿Es un tema de estilo evitarla suponiendo que siempre se envía un mensaje (sea este interpretado de manera distinta por cada lector)?
A mí el asunto no me queda del todo claro, o mejor dicho, no me queda del todo concluido.
Ruperto Long, quien escribe novelas históricas opina al respecto.
"A mí no me gusta escribir con mensajes. No, para nada. Creo que la literatura es una forma de búsqueda. No es la forma de la propaganda. No se tiene que escribir para dar un determinado mensaje. Si, en la medida que uno relata estas cosas, cada uno saca sus conclusiones y me parece que es una conclusión que saca al final todo el mundo: lo parecido que somos todos. Esa niña pudo ser cualquiera de nosotros y así como otro de los muchos personajes también".
Al final de la entrevista le hice la pregunta directa sobre el tema, ya que se había referido a la cuestión y me interesaba que ampliara al respecto, más cuando la novela que presentaba está contextualizada en la época de la Segunda Guerra Mundial, una contexto dado a los muchos mensajes, intencionales o no.
- Es la línea filosófica que plantea el compromiso social o político a través de la literatura, una referencia sería Sartre. ¿Qué piensa sobre ello?
A ver. En el sentido que eso se usaba en la época del 60 y el 70, yo era jovencito (risas), yo no lo comporto. Ahí era una especie de propaganda disfrazada de literatura, y en algunos casos, trajo ejemplos increíbles de autores extraordinarios que le escriben una oda a Stalin. ¡Es increíble!
Creo que se deben separar las dos cosas. No se refiere a no poner lo comprometido en el sentido de ponerle el alma a lo que uno escribe. Ahí sí, hay que ponerle cariño, pasión a lo que se hace y hacerlo lo mejor posible, y que la historia que uno está encarando refleje lo mejor posible lo que uno está tratando de reflejar.
En la historia de Charlotte, de Domingo, de la Segunda Guerra Mundial, si meto ideas entre medio estoy banalizando, faltando el respeto a todas esas personas que vivieron esa situación. Y, además, por qué le va a decir uno a otra persona lo que tiene que pensar. Uno tiene que formar su propio pensamiento, y si una obra sirve para enriquecerse y formar nuestro propio pensamiento. Pero no tengo la autoridad para decir escribo esto pero lo que quiero es convencerte de esta cosa. Eso no me gusta.La entrevista completa aquí Ruperto Long: “La mezcla de la realidad y la ficción es un territorio muy fascinante”
O si prefiere, puede escucharla. Eso sí, me dispensan los gageos y muletillas. Aunque tengo que confesar que he mejorado como entrevistadora.
2 comentarios:
Interesante. El compromiso literario no es necesario, y en la mayoría de los casos me parece no-deseable, pero si el autor tiene un compromiso en su vida con algo que le parece cierto eso se va a reflejar en sus escritos sin que tenga que hacer esfuerzo o plan deliberado en ese sentido. Sartre venía más desde sus ideas, pero si lees a Camus puede o puede que no te des cuenta de sus ideas. Este último me atrae más. El autor no es una tabula rasa, pero tampoco es un propagandista.
De Camus he leído una sola novela, La Caída, y me encantó. De Sartre solo tengo referencias de sus entrevistas y algún documental. De acuerdo contigo, Víctor. No hay manera en que no se cuelen las ideas, sentimientos, contextos del escritor en su obra, pero no por ello debe convertirse en un panfletero.
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