Fotograma del documental "René: poeta y cumbanchero". |
Podemos sospechar, suponer y hasta asumir ciertas certezas sobre lo que pensaba un escritor o escritora a través de lo que escribe. Y muchos han dejado documentos gráficos, documentales y testimoniales de sus maneras de actuar, de ver la vida, de ser humanos, y eso incluye desde lo más excelso hasta lo más perturbador.
Hace poco veía un documental de William Burroughs, uno de los escritores famosos de la generación Beat (EE.UU.). Aplaudido y admirado por sus textos, pero con una vida personal que incluye el asesinato accidental de su esposa, la drogradición y el alcoholismo. Pero también un hombre que lloró por días la muerte de su hijo, que mostraba cariño por sus amigos, que fue cuidado por mucha gente y que influenció en la vida y obra de otras personas. Ver su documental fue tener un acercamiento a su profundidad, a las múltiples caras que conforman la vida de alguien, desde las voces distintas de quienes lo conocieron y que no solo echaron flores sobre su recuerdo.
Esto es, a mi modo de ver, casi imposible de hacer con la historia de cualquier escritor dominicano. Existe, porque lo comprobé cuando escribí sobre Jacques Viau, un afán de santificación, de montarle un altar, de no tocar una sola vibra conflictiva de ese personaje, como si hacerlo lo destruyera o lo disminuyera. Entonces, queda esa imagen plana, casi caricatura de lo humano que los definió, y que puede no ser bueno ni correcto, pero que era parte de su vida.
Por eso, mientras veía anoche el documental de René, que se presentó también en la pasadas Feria Internacional del Libro, quedé muy marcada por un recurso que utilizaron sus realizadores: darle la voz a René en un actor en un monologo que exponía, aunque por pocos minutos, ese humano conflictivo, que posiblemente hizo tanto como lo que deshizo, que nado posiblemente en lados muy oscuros al mismo tiempo que dio una luz. Que vivió con sus demonios a flor de piel, como creo que lo percibí en su poemario "El viento frío", uno que sé por algunas lecturas provocó situaciones de enfrentamientos con mucha gente.
Ojalá se pueda entender eso, que una gran obra literaria no muestra un ser humano "santo", porque los humanos que son escritores, buenos escritores, suelen ser los seres más desconcertantes que nos podemos encontrar, y es precisamente en ese desconcierto, en esa falta de pose social o en esa lucha de ellos ante el correctismo social en donde encontramos sus luces.
P.D. Alguien debería arriesgarse y cumplir la voluntad de René del Risco sobre su epitafio.