Más allá de mi piel, de mi boca y de mis manos; un horizonte de luciérnagas y rosas palpita. Voces trasnochadas, perdidas y sonámbulas se visten de arco iris. Caricias menguantes que crecen e invaden la comisura de mis pasos, al rescate de la vida que se escapa a gritos de tambor y silencio.
Cosecha de lienzos, paisajes pintados de arena y viento, arropan este multiplicado ruego de verdes soledades. Respiran las calles y las casas, se pierde el ruido en los callejones, el ruido de los días que se agotan sin prisa ni avisos.
Y yo soy (todos somos) ese breve instante, irrepetible, que estalla y se consume entre lo indescifrable grito que nos despierta y el inmutable dolor que nos despide.
*Foto: Argénida Romero
Cosecha de lienzos, paisajes pintados de arena y viento, arropan este multiplicado ruego de verdes soledades. Respiran las calles y las casas, se pierde el ruido en los callejones, el ruido de los días que se agotan sin prisa ni avisos.
Y yo soy (todos somos) ese breve instante, irrepetible, que estalla y se consume entre lo indescifrable grito que nos despierta y el inmutable dolor que nos despide.
*Foto: Argénida Romero