En los primeros días limpié mi atestado librero y aparte en una caja los dominicanos. Me di cuenta que en alguna parte se quedó olvidado o desapareció "La Sangre" de Tulio Manuel Cesteros, una de las pocas novelas dominicanas que me gustó leer de las listas obligadas de bachillerato y que el año pasado cumplió cien años de su primera publicación...y por alguna extraña razón no hubo nada oficial ni no oficial que lo recordara.
Mi primer libro del año fue "Paisajes Agrestes" de Ramón Marrero Aristy, sí, del mismo autor de "Over". Es un libro de relatos rescatado del olvido por Ediciones Cielonaranja. Una interesante lectura de un muy joven Marrero Aristy en que se puede entrever las primeras pinceladas del mundo de Over. Relatos que describen un mundo campesino y sus costumbres, algunos muy buenos y otros...no tanto, al menos para mí.
"Se deslizó por el cauce del río. Se levantó dos o tres veces y otras tantas resbaló sobre los camarones y las guabinas que se morían sin agua. Por fin, a pocas distancia vio algo que parecía una cruz. Abrió los ojos; era la muleta de Taquito que estaba recostada de una rama de un árbol seco que el río había arrastrado hasta allí en otro tiempo.
Y al pie de la cruz, un ahogado: era su hijo.
La vieja no pudo más. Hizo el último esfuerzo: corrió, gritó de nuevo:
- ¡Taquitooooooooo!
Y este fue su último grito. Resbaló sobre la tierra mojada, y sin querer ni poder evitarlo, cayó en un charco y se hundió.
Su última voz se fue río abajo, río abajo, como algo doliente, y llegó, sabe Dios, si hasta el mar.
El río, para Luis A. Zorrilla B.
Anoche empecé a leer el segundo libro. "Judas", una novela corta de Marcio Veloz Maggiolo, escrita hace más de cuarenta años. Hasta hoy solo había leído una novela de él, "El jefe iba descalzo". Y sí, trata sobre ese Judas...el de los evangelios. La estructura anunciada en un prologo que es parte de la historia es simple. Dos cartas que se cruzan. Empiezo a leer el libro y encuentro la voz de Judas desde la muerte o el más allá, reflexionando sobre su papel en la historia de los evangelios.
Anoté este párrafo.
"La frustración del ideal es la más permanente de las muertes. Es mentira que yo haya muerto cuando la carne no pudo soportar más el nudo agobiante y enloquecedor que me ataba al fracaso. Mi muerte había transcurrido momentos antes, cuando vi que todo lo que había imaginado era mentira y, que al fin y al cabo Jesús había degenerado en un hombre corriente. Le vi aparentemente perder sus facultades, sus fuerzas poderosas y su gesto altivo".