julio 29, 2024

29 de julio

¿Hay algo más inspirador, y retador, para un periodista que cubrir un cambio drástico de poder, o el derrumbe de un sistema político que se agotó hace tiempo? 

Pensé que hoy estaría pidiendo una carta de ruta para irme a Venezuela a dar testimonio de una transición, de un fin y un comienzo.

Pero no. Ahora estoy con los ojos aguados en lágrimas, intercambiando mensajes con mi hermana María, quien desde Caracas contiene las lágrimas para que sus hijas, mis sobrinas, no la vean desde la tristeza decepcionante, desde el miedo de seguir caminando entre espinas. 

Recuerdo mi corto poema.

"La Patria es la huida". 




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No puedo resumir más de un mes de pequeñas cosas, pero digamos que he vendido varios poemarios (y mi editor más que yo), que espero salir de Santo Domingo a otro lugar a leer poemas, que eso me lo ha impedido el arreglo de una calle en Santiago, que sigo no cocinando los sábados, que he fallado en algunas visitas a mi abuela, que he conocido gente, que se que otros me olvidan y yo olvido a otros, que hay espacios que abandoné que siguen presentes y yo los exorcizo (no sirvo para ser pieza de ajedrez de mezquindades de reinos diminutos), que sigo envejeciendo, pero hoy soy más joven que cualquier día de mañana. 

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Estoy anotando aprendizajes sobre el mundo laboral independiente. Las oportunidades sobran, las medias tintas, también. Y al igual que el ocho a cinco, hay quienes siempre quieren aprovecharse y explotar. La diferencia, quizás, es que al menos puedes tomar la lección sin tener que disimular una complacencia bajo contrato.

Uno elige sus infiernos.

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Nada más aterrador que tomar la mano de un hijo acostado en una camilla y hacerte la pregunta que se suele evitar. ¿Y si me tocara ser huérfana de mi hijo?

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Más tiempo para la lectura y la escritura, relativo. 


1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

No hay nada peor que ver morir a un hijo.
Duele solo con pensarlo.