febrero 13, 2024

13 de febrero

Semana ocho. Abrir la caja. Observar el gato muerto. El dilema, ¿estuvo vivo en algún momento? 

Botaré todas las cajas que me quedan.

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Erwin Schrödinger murió en 1961. Leo sobre él. Un señor interesante. Era físico, de los cuánticos, pero también intuyó la estructura del ADN antes de que se describiera cómo es el ADN. Recibió el premio Nobel en 1933 por "haber desarrollado la ecuación de Schrödinger, compartido con Paul Dirac". Leí sobre la ecuación. No la entendí.

Otro dato. Vivía junto a su esposa y una de sus amantes en la misma casa. Su matrimonio era abierto. Él y su esposa mantenían otras relaciones. 

Un matrimonio cuántico, se podría decir. 

Quizás nunca abrieron la caja.

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Editar un poemario no es tan sencillo. 

Siempre hay más cosas que decir sobre lo que se dijo.

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Estoy eligiendo un nuevo libro para leer. 

Me he enganchado a otra serie ya vista, pero que me encanta.

Espero un sí para trabajar en algo. Planeo algo. Rechazo cosas.

Comparto una publicación: "No busco oportunidades. Las construyo". Vamos a creer este mantra.

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Sé que estoy en un mal momento para leer a Pizarnik. 

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Es mi época de alergía a los dramas familiares. 

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"Te mandaron las ánimas de mi papá y mi mamá. Cuando me estén enterrando te seguire dando gracias".

Es una forma muy macondiana de dar las gracias. Me trago la tristeza. Le habló sobre el clima, lo lindo que está su vestido, lo anormalmente poco bullicioso que está el ambiente. 

Me siento a su lado y la escucho. Paso horas escuchando lo que me dice. Sus historias inconexas tienen el vuelo liviano de quien ha saldado cuentas. Peino su cabello, blanco con excepción de unas pocas hebras en el centro de su cabeza, que forman una especie de isla de costas irregulares, alargada y casi imperceptible. Le cuento de sus hebras negras que aun no han perdido el color. Hundo los dedos en el lugar donde están para que sepa que están allí. 

Vemos pasar los carros, la gente, las voces. En un momento ella se queda en silencio. Hace mucho tiempo no la veía ni la sentía tan tranquila, apasible, cómoda. También me quedo en silencio, observando su mano. Recuesto mi cabeza en su hombro y arrebato conscientemente ese momento a la vida. Es mío, es nuestro. 

Me hubiese gustado conocer a mis bisabuelos.

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