enero 31, 2017

El Premio Nacional de Literatura...de cal y de arena

La semana pasada se entregó el Premio Nacional de Literatura. El galardonado fue Federico Henríquez Gratereaux, ensayista y columnista.

De Henríquez Gratereaux solo había leído algunas decenas de sus columnas, que confieso me aburrieron la mayoría de las veces y que dejé de leer hace unos cuantos años. Aunque con interés me han prestado uno de sus ensayos, ganador de un premio en 1979, "La Feria de las Ideas". Anotado como próxima lectura.

Pero este post no va en medir la calidad o no de los ensayos del galardonado, de los que desconozco todo, sino de un asunto que se ha debatido en las redes sociales: entregar el premio a un relacionado con las organizaciones que lo entregan.

De un lado y de otro
Henríquez Grateraux es funcionario estatal, viceministro del Ministerio de Cultura, una de las entidades que organiza y vota para otorgar este premio. Esto ha sido el dato que ha puesto en cuestión el galardón para muchos. Pero el tema no se queda solo de ese lado. El escritor es columnista de uno de los periódicos que forman parte del Grupo Corripio, emporio empresarial que entrega la dotación de un millón de pesos al elegido para recibir esta premiación.

O sea, el conflicto es doble.

Y es este caso, que no cuestiona la calidad, no es el único ni es la excepción a la regla, pero tampoco es un un aspecto en la mayoría de los galardonados. Pero el Premio Nacional de Literatura ha estado acompañado de esta carga desde el decreto que lo estableció, emitido en 1989 por el entonces presidente Joaquín Balaguer.


Como lo dice el artículo dos del decreto 423-89, el Premio Nacional de Literatura ha tenido dos componentes: el estatal y el privado. Actualmente, y de acuerdo al último decreto que modifica las bases del premio y la de los premios anuales de literatura la simbiosis sigue igual. La dotación económica está a cargo de la Fundación Corripio en la actualidad, pero en sus inicios estuvo a cargo del Banco Hipotecario Miramar, que quebró o se declaró en quiebra en 1991 y que todavía en 2009 estaban devolviendo fondos de esta entidad a sus ahorrantes.

De acuerdo a un artículo de Jimmy Hungría en su página Buena Lectura, el galardón fue creado por el presidente Joaquín Balaguer bajo la propuesta hecha por el escritor Enriquillo Sánchez, quien elaboró las bases del premio. Sánchez, de acuerdo con los datos ofrecidos por Hungría, era empleado de el Banco Hipotecario Miramar y según las bases era representante de la entidad en el jurado con voz pero sin voto. 

En el artículo se cita un texto que escribió Sánchez en su columna que entonces se publicaba en el periódico El Siglo, y que se fecha el 8 de noviembre de 1989. Copio uno de los párrafos compartidos por Hungría de esta columna y que expresa una de las razones de la creación del Premio Nacional de Literatura. 

“Se trata de fundir, en un solo bloque de inspirada estrategia cultural, al sector privado y al sector público. Si queremos cultura -si queremos la permanencia de la cultura y su vigoroso desarrollo- tendremos que contar con el empresariado y el Estado trabajando mano a mano. No hay otro camino. La lógica que los impulsa es firme y nítida: no habrá desarrollo sin cultura, lugar común que repito hasta la saciedad, sin novedades dialécticas, con la misma devoción de un catequista”.

¿Quién ganó el primer Premio Nacional de Literatura? Joaquín Balaguer y Juan Bosch. Sí, el mismo presidente que emitió el decreto que lo creó, junto a su antagonista político. Fue en 1990. Tenía 9 años en ese entonces y creo que aun ni llegaba a vivir en República Dominicana, así que no tengo idea si la decisión trajo su controversia. 

Al año siguiente el premio no se otorgó. Supongo que por el tema de la quiebra del banco que lo auspiciaba y es en esta situación en que la parte del sector privado de este galardón pasa a la Fundación Corripio, del Grupo Corripio, dueño de diversas empresas y de medios de comunicación. Esta inclusión fue decidida a través del decreto 412-91 del 8 de noviembre de 1991.

Y en este punto cito nuevamente el artículo de Jimmy Hungría, en donde se señala que este auspicio se dio debido a la iniciativa del escritor, compositor y dramaturgo Manuel Rueda, quien era su director ejecutivo y quien recibió este galardón en 1994. También fue director del suplemento cultural Isla Abierta (¡Lo extraño tanto!), que publicaba uno de los medios propiedad del Grupo Corripio.

En la década de 1990, ni con un lado ni con el otro

En 1992 el premio recayó en el poeta Manuel del Cabral (uno de mis poetas dominicanos favoritos). En 1993 le fue concedido al poeta Pedro Mir, declarado Poeta Nacional. Al año siguiente lo recibió Rueda, quien para ese momento no sé si seguía dirigiendo la Fundación Corripio. 

En 1995 le fue otorgado al poeta, crítico literario, diplomático, educador, ensayista y filósofo Antonio Fernández Spencer, quien no pudo recibirlo pues murió poco tiempo después del anuncio, el 10 de marzo de ese año. 

En 1996 le fue concedido al escritor y antropologo Marcio Veloz Maggiolo, sobre quien en alguna discusión del tema se me dijo que era funcionario en el momento de la entrega de ese premio, pero no he encontrado evidencia de ello. Un amigo periodista que me supera en años y experiencia  me apuntó que es imposible que Veloz Maggiolo fuera funcionario del gobierno de esa época, de Leonel Fernández (PLD), pues sus afecto político estaban con José Francisco Peña Gómez (PRD), quien perdió la presidencia en ese año frente a la candidatura del peledeísta, quien estaba aliado al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), partido que dirigía el Estado hasta la toma de posesión de Fernández.

Al año siguiente, 1997, lo recibió el escritor Virgilio Díaz Grullón (autor de uno de los cuentos que más amo: Más allá del espejo), de que tengo referencias no específicas de que laboró en el Banco Central, pero no he podido confirmar que haya sido en la época en que le fue entregado el premio.

En 1998 lo recibe  el poeta, ensayista, abogado y profesor universitario Lupo Hernández Rueda, quien sé que trabajó a principio de la década de 1990 para la modificación del Código de Trabajo, nada que ver con un empleo en el Estado.  En 1999 se lo otorgaron a Mariano Lebrón Saviñón, médico y escritor, y quien por varios años ocupará la presidencia la Academia Dominicana de la Lengua. 

De 2000 a 2010, de un lado y de otro
Para el año 2000 las bases del Premio fueron nuevamente modificadas, por el decreto 1053-00 del 27 de octubre de ese año, para aumentar la dotación económica de RD$100,000 a RD$300,000 e incluir como parte estatal a la recién creada Secretaría de Estado de Cultura (en junio de ese año, por el gobierno de Leonel Fernández antes de entregar la presidencia al perredeísta Hipólito Mejía en agosto). 

En ese año, y antes del traspaso del gobierno y de la modificación de sus bases, el premio le fue concedido al escritor y abogado Víctor Villegas, del que no tengo datos sobre funciones públicas en ese momento.

Al siguiente año lo recibe Carlos Esteban Deive, escritor, dramaturgo e historiador. Al momento de recibir el galardón presidía la Feria Internacional del Libro, actividad cuya organización está bajo la tutela de la Secretaria de Cultura, hoy ministerio. Esta función la ocupó hasta 2004, cuando el gobierno pasó otra vez a Leonel Fernández y al PLD. O sea, era funcionario estatal y empleado de una de las entidades responsables del premio. 

En el 2002 le fue otorgado a la escritora Hilma Contreras, convirtiéndose en la primera mujer en recibir este galardón. Fue una escritora redescubierta, alejada de todo el establisment cultural político. Al siguiente año lo recibió el dramaturgo y abogado Franklin Domínguez. 

En 2004 recayó en el escritor y catedrático  Andrés L. Mateo. En ese año, antes de finalizar el gobierno de Hipólito Mejía, Mateo era subsecretario de Cultural, y hasta donde pude leer sobre él en distintos artículos y notas periodísticas, ocupó esa función durante todo el cuatrienio 2000-2004.

Al año siguiente, 2005, el premio recayó en el narrador Diógenes Valdez. Al momento de recibirlo no ocupaba funciones públicas y hasta donde he podido verificar en el Estado solo fungió como director de la Biblioteca República Dominicana en el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004).

Para el 2006 el Premio Nacional de Literatura correspondió al ensayista, filologo y profesor Bruno Rosario Candelier. Sobre funciones públicas solo he chequeado que entre 1999 a 2000 fue subsecretario de Estado de Educación y Cultura y en 2000 fue Director General de Bellas Artes. Es miembro de la Academia Dominicana de la Lengua desde 1985 y la dirige desde el 2002. 

En 2007 lo recibió el escritor, educador y periodista Diógenes Céspedes. Pasé un buen rato buscando alguna referencia de funciones en el Estado en ese año y en los cercanos anteriores y posteriores y no encontré ninguno. Solo contar que escribe con frecuencia en uno de los periódicos propiedad del Grupo Corripio.

Un año después, en 2008, lo recibió María Ugarte, periodista, escritora, académica, historiadora y paleógrafa dominicana de origen español, la segunda mujer en recibirlo. No ocupó cargos relacionados con organismos culturales o educativos del Estado, y al momento de recibir el Premio Nacional de Literatura tenía más de 90 años y se había retirado de periodismo, cuya mayor trayectoria la hizo en el periódico El Caribe.

En 2009 le fue concedido a, educador, narrador, ensayista y crítico literario José Alcántara Almánzar, quien desde 1996 ha sido director cultural del Banco Central, función que ocupa todavía.

Para el 2010 recibió el galardón el poeta y gestor cultural Mateo Morrison. Al momento de recibirlo fungía como Viceministro de Desarrollo Institucional del Ministerio de Cultura. 

En los últimos años... 
La tercera mujer en ser galardonada con el Premio Nacional de Literatura fue Jeannette Miller, en 2011. Escritora e historiadora de arte, Miller no parece relacionada con ninguna estancia estatal al momento de que fue merecedora del premio. Tampoco encontré evidencia de algún lazo directo con la Fundación Corripio.

En 2012 el premio recayó en el escritor, periodista, critico de cine y educador Armando Almánzar. Hasta donde sé e investigué no tenían ninguna función pública cuando le fue entregado el galardón, ni tampoco relación cercana con el Grupo Corripio.

José Mármol, escritor, filosofo y educador, fue quien recibió el galardón en 2013. Por más años de lo que recuerdo ha sido director de comunicaciones del Banco Popular y hasta donde sé no ha tenido funciones públicas, ni antes ni después de recibir el Premio Nacional de Literatura.

Un año después el premio lo recibió Tony Raful, político y escritor, quien fue secretario de Cultura durante el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004). Pero en 2014 no se encontraba en ninguna posición estatal. Tampoco he encontrado lazos con el grupo empresaria que entrega la dotación económica del premio.

En 2015 Roberto Marcallé Abreu, periodista y escritor, recibió el reconocimiento. Tras investigar, confieso que no de manera muy detallada, no encontré ninguna información que lo relacionará con algún cargo o empleo en el Estado, ni tampoco con la Fundación Corripio.

El año pasado, en 2016, le fue concedido a escritora Angela Hernández. Conozco su labor en ámbitos de promoción cultural y de género. No recuerdo, ni tampoco he encontrado datos sobre alguna función pública ejercida por ella en la época en que recibió el premio. Tampoco conozco una relación directa de ella con el Grupo Corripio.

Entonces...
Viendo lo visto, a menos que alguna persona que lea este texto tenga algún dato adicional que agregar que exponga alguna información que yo no abarco, los ganadores del Premio Nacional de Literatura cuya presunción de intereses de conflicto pueden ser señaladas, sin que se incluya ningún juicio sobre su obra, son: Joaquín Balaguer, Manuel Rueda, Carlos Esteban Deive, Andrés L. Mateo, Mateo Morrison y Federico Henríquez Gratereaux. 

En el caso de José Alcantara Almánzar hay que apuntar que labora en una dependencia estatal que no tiene que ver con la entrega del galardón. 

Seis de 28 galardonados. 

Es decir, que para fines de un apunte sobre el asunto, no es "la regla" de la mayoría. Y dentro de esa minoría hay dos ganadores relacionados con la administración del gobierno perredeísta de Hipólito Mejía al momentos de ser premiados a través de la entonces Secretaría de Cultura, parte estatal del galardón (Andrés L. Mateo y Carlos Esteban Deive) . Igual pasa con dos más, con los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana. Uno durante el de Leonel Fernández (Mateo Morrison) y el otro el ganador más reciente.

Así que es probable que las percepciones nos engañen con facilidad si antes no investigamos. 

La cuestión es, en estos casos, un dilema de orden ético individual. ¿Está bien recibir un premio auspiciado por el Ministerio de Cultura (aunque no sea el Estado quien de la dotación material, que actualmente es de un millón de pesos) cuando soy funcionario de esa dependencia? 

Considero que es una apelación ética que no está mal señalar, pero que es el galardonado quien tiene la decisión sobre ella, primero en asumir o no tal relación de interés como un conflicto y, segundo, de admitir o no este conflicto al momento de recibir el premio.

enero 01, 2017

Lecturas del 2016 y con las que entró el 2017

Dejé dos cosas pendientes el año pasado: mi acostumbrada crónica de la Feria del Libro de Santo Domingo y editar algo especial para el décimo aniversario de este blog. Supongo que, como escribí hace algunos días en Twitter, la vida en parte también es postergación hasta que se acaba. Aplica para este caso.

Así que haré un borrón y cuenta nueva, no sin antes contar las lecturas que más me gustó del año que recién finalizó (algo que no entra dentro del borrón) y los libros con los que recibí el nuevo año y que aún no termino. 

Dos de mis libros favoritos del 2016 fueron de Mario Vargas Llosa. Solo había leído un libro de él, La Fiesta del Chivo, y otro que dejé a medias por ser una de las peores lecturas con las que me encontré en mi vida...por lo que aprovechando su visita al país, que fue en la Feria del Libro, me dije que tenía que leerlo más. 

Aunque me hice de la mayoría de sus libros en versión digital me leí dos en versión impresa: Pantaleón y las visitadoras y la Historia de Mayte. Me encantó el primero. Reí como no recuerdo que lo hiciera con alguna lectura. En el caso del segundo, fue más mi sorpresa y mi curiosidad mientras pasaba las páginas, y me quedé con la duda de si era un especie de mea culpa de su autor. Eso sí, me pareció una historia muy bien narrada. 

Sólo cenizas hallarás, cuya reseña hice en el último texto que publique en este blog en 2016, fue otra de mis lecturas favoritas. Y lo mejor de ella es saber que es una novela dominicana bien escrita, que bordea ese etapa inmediata luego de ajusticimiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina. Recomendadísima para el que la quiera leer.

Por último, un poemario, más bien, una antología poética. "Saltaré sobre el fuego", de la polaca Wisława Szymborska. Su lectura se la tengo que agradecer a mi querido Círculo de Lectura de Nueva York, y a mi estimada amiga Rosa Silverio, quien me envió el libro desde Madrid. 

Me gusta leer a Szymborska y es la primera vez que leo un libro en el que se recopilan varios de sus poemas. Es un viaje interesante, leerla. Tuvo la gran capacidad de lograr una poesía profunda desde palabras sencillas, y de situaciones que quizás podamos catalogar sin importancia. Tenía el sentido de la transcendencia ante lo cotidiano. 

Les comparto el vídeo promocional de esta antología.




Y en 2017...

Empecé el año con dos libros, uno en papel y uno en digital, a ambos los empece a leer el año anterior.

En papel leo a Reinaldo Arenas. "Antes que anochezca", su libro biográfico. Un texto que me ha impresionado en todos los sentidos, en especial por la apertura de su autor ante lo más hermoso y más degradante de su vida. De marco, la revolución cubana, con el personaje omnisciente que determina la vida de Arenas.

Llevó más allá de la mita del libro y en ocasiones he tenido que cerrarlo por la tristeza que me causan algunos episodios, también me he reído con él.

Hay un capitulo que se llama "Los cuatro tipos de locas" que tuvo que leérselo a mi suegra de lo divertido que resulta. No obstante, es una lectura visceral, descarnadamente humana, no opta para todo el mundo, creo.



El segundo en lectura, en digital (en Kindle en mi móvil), es una antología de Nicanor Parra. Un poeta maravilloso que el año pasado cumplió 102 años.

"Obra Gruesa", editada por la Universidad Diego Portales, es una delicia, y de paso un estudio por su amplia obra, en me doy cuenta de su experimentación en todo sentido con la poesía y la diversidad de temas que aborda. Uno de mis sueños es que le den el premio Nobel, pero creo que ya no será.

Y, ustedes, ¿qué leyeron en el 2016? ¿El 2017 les llegó con alguna lectura en proceso?

Mis mejores deseos para este nuevo año.