Un día del año 2004, no recuerdo día ni mes, encontré un blog. El texto de ese día hablaba sobre un jugador de fútbol argentino que, hasta para una desatendida del deporte como yo, era una referencia. Diego Armando Maradona estaba en un estado de salud delicado. Leí en ese texto a una señora hablar de este fútbolista de una manera que me hizo llorar frente al computador.
El nombre la señora era Mirta Bertotti. El blog se llamaba "Más respeto que soy tu madre".
Desde ese día lo seguí hasta el final. Nunca comenté, aunque veía que había mucho afán por hacerlo. Me encantaba que una señora con esposo e hijos hablará sobre su vida de una forma tan poco complicada.
Pero al final nada de esto resulto cierto. Mirta y su familia eran personajes creados de Hernán Casciari, un escritor argentino a quien después de desearle la peor de las suertes por el engaño magnifico en que nos hizo caer a cientos que seguíamos ese blog (que pasó a ser un libro y una obra de teatro) no le perdí el rastro jamás.
Casciari tenía otro blog, Orsai, que paso a ser una revista, y de ahí a un proyecto editorial, con una perspectiva bastante interesante: no hay publicidad, no hay nadie en el medio.Y decir esto es dar un gran salto a los detalles de lo qué hace y cómo lo hace. Así que cuando supe que iría a Barcelona, a principios de este año, me dije que no podría estar en esa ciudad sin conocerlo. Si, se me olvidaba ese detalle, Casciari vive en esa ciudad.
Tras un intercambio de correos electrónicos decidimos encontrarnos un jueves de junio. Una cafetería cerca de la Casa Batlló. Lo vi acercarse en compañía del ilustrador Horacio Altuna. Los saludé emocionada, como chica que se encuentra con su cantante de pop favorito. Altuna se despide y ambos nos sentamos a conversar. Una conversación larga, entretenida y con muchas risas, en la que descubrí a un Casciari tan determinado como jovial. Una persona que ha sabido buscarle la vuelta al mundo editorial, alejado de las formulas conocidas y triunfando con su dos más dos no son cuatro.
Aquí la primera parte de nuestra conversación.
Hernán Casciari. Foto Argénida Romero |
¿Por qué pasar de un
proyecto para adultos, centrado en relatos, crónicas, reportajes de largo
suspiro de páginas a una revista dirigida a la familia desde la visión de los
niños?
Porque en general yo y el Chiri (Basilis, su amigo de infancia. Sé que su nombre real no es Chiri, pero no recuerdo ahora su nombre real) trabajamos en base a
caprichos. Orsai fue un capricho y este es otro. Y estos caprichos siempre
surgen por necesidades nuestras, más que nada. Somos muy egoístas, no pensamos
en el lector, sino en divertirnos nosotros.
Cuando empezó el tercer año de Orsai, que nosotros queríamos
hacer un año pero nos gustó y seguimos un año más, y luego seguimos otro porque
nos estaba gustando mucho. Pero más o menos a la mitad del tercer año del Orsai
empezó a parecernos a un trabajo.
Entonces a principio del 2013 decidimos que paralelo a Orsai
queríamos empezar a hacer un hermano menor, para chicos. La razón es porque
nuestros hijos estaban creciendo, no hay otra razón. Cuando empezamos con
Orsai, Nina tenía seis, siete años y para el 2013 tenía 9 y la conversación con
ella era totalmente distinta. Me di cuenta que tenía mucho más ganas de hablar
con ella que con gente grande en la vida diaria. Y también en lo profesional,
muchas ganas de escribir cuentos, de interesarme más en el pensamiento de ellos
y no tanto de la gente grande, al Chiri le estaba pasando lo mismo y en un
momento tomamos la decisión de que no íbamos hacer los dos productos en
paralelo, sino que queríamos darle el cien
por ciento de la energía y de corazón a esto y que durará lo que tendría que
durar y si después queríamos volver a otra cosa pues lo haríamos.
Para nosotros no fue un cambio grande. La misma gente trabajando, el mismo papel,
casi las mismas historias. Para los lectores sí fue un cambio grande. Pero como
somos muy egoístas. Que se adapte, ya veremos con lo otro, cuando de verdad
encontremos la manera de que no sea un trabajo.
Una de las cosas que
pasa cuando comentaba o comento sobre la revista Orsai en República Dominicana
es la cara de interrogante cuando señalaba que era una publicación sin
publicidad. ¿Cómo funciona una publicación sin publicidad? ¿Tuviste esa
interrogante cuando concebiste a Orsai?
¡Claro! Todo el mundo se preguntaba cómo lo hacíamos. De qué
manera .Casi no hay productos sin publicidad. Es complicado. Pero la primera
decisión que tomamos, y que formaba parte del capricho, era no darle el
cincuenta por ciento de la energía a buscar empresas que patrocinan y que determinan
decidiendo ellas hasta cuando podés seguir.
Preferimos poner ese cincuenta por ciento de energía en
encontrar un sistema de distribución y de venta que nos diera la posibilidad de
que nosotros decidiéramos hasta cuando hacerlo, que de hecho fue lo que
hicimos. Fue una decisión nuestra, no una decisión de Coca Cola.
Si nosotros hubiésemos pensado en poner publicidad de Visa,
de Coca Cola, de una aerolínea en la contratapa o aquí o allá, ellos
terminarían decidiendo hasta cuándo. Y no nos parecía correcto.
Todo lo que hacemos y lo que vamos a hacer va a ser siempre
sin publicidad. Es como nuestra marca.
Pero tú llegaste a
ahí después de un camino. Por ejemplo, Argénida quizás no podría sostener una
publicación como esta porque nadie me conoce…
Es necesario tener una comunidad, obviamente. Empecé con un
blog en dos mil tres (2003), dos mil cuatro (2004). Empezó a leerse, empezó a
tener gente a su alrededor. Si vos te enteraste del proyecto Orsai es porque
venías siguiendo, un lectura digamos.
Entonces después de seis o siete años de estar en contacto
con mucha gente todo el tiempo es menos difícil proponerle a esa gente una
aventura nueva. Entonces, forman parte de eso. Si vos venís de ningún lado y
decís en tu Facebook que me apoyen para hacer esta revista y quiero un millón
de dólares. No puedes abrir un Facebook y decir “hey, quiero un millón de
dólares”. Claro, no tenés una comunidad del otro lado a quien le estés
hablando. Ahora, si la tenés, si hay confianza y si además seducís con el
proyecto es posible que funcione. Pero sin una comunidad por detrás, que has
trabajado por detrás, es muy difícil.
Sí, bastante… Háblame
del “open acces”. Alguna vez leyendo tu blog me encontré con esta idea y
entiendo que la apoyas, de que la gente tenga acceso libre a los contenidos.
Del Caribe, de donde vengo, observo resistencia a eso. ¿Por qué crees que es
bueno que los textos estén en línea y que lo lea el que quiera, y quien lo
quiera bajar de manera gratuita lo haga?
Creo que tiene que ver igual que los animales que nacen en
cautiverio y los que viven en libertad. Un animal que nace en cautiverio no va
a entender nunca la idea de vivir en la selva. No podría sobrevivir. Yo empecé
escribiendo en libertad, no nací en cautiverio. Yo empecé a escribir en
internet. No tengo una noción diferente de las cosas.
Este libro (me muestra el libro “Más respeto que soy tu madre”, que me regaló), y todos los libros
que tengo, los escribí gratis. Después se convirtieron en libro, pero en ningún
momento vendí inicialmente esto. Escribo y publico todo. Después hay muchísima
gente que le gusta esto, porque esto es un objeto, es lindo, es un fetiche,
tiene olor. Lo podés regalar para un cumpleaños, lo podés atesorar, guardar,
llevarlo en el tren y leerlo. Es mucho más complicado que todas esas cosas la
puedas hacer con un texto plano que está en un blog.
Yo diferencio mucho el objeto del contenido. El contenido es
libre, para mí debe ser libre siempre. No tiene sentido, y menos con lo que es
hoy la tecnología, mantener el contenido en cautiverio. Lo que sí es necesario,
es que en algunos casos este objeto tiene un trabajo, una encuadernación,
entonces no lo podés regalar porque alguien tiene que poner el dinero que
cuesta el objeto.
No tengo ningún problema con que se venda, pero lo que
contiene, lo que hay adentro, el contenido, no me parece que tenga que ser en cautiverio.
"A mí me da la impresión que hay gente muy ávida al debate y otra a la acción. No voy a un debate, porque no tengo tiempo porque estoy haciendo cosas. Y a mí me parece mucho más interesante, mucho más divertido, y más prometedor hacer cosas que discutirlas".
¿Crees que en un
futuro muy inmediato, cuando se recienta esta tendencia a estar en contra de
estos cambios tecnológicos, pueda entender esta forma, este sistema…? (Me
interrumpe, porque obvio estoy divagando demasiado…me pasa cuando estoy
nerviosa)
No es un asunto de sistema. Entiendo que hay gente grande
que nació antes que nosotros, que nació en cautiverio, y que le va a resultar muy
difícil vivir en libertad. Por eso te hacía esta metáfora de los animales. Después
hay gente de la generación de mi hija, que ni se le ocurre la cautividad de los
contenidos. No le entra en la cabeza. Si mi hija quiere algo lo agarra de donde
sea. No importa.
Pero al mismo tiempo ella sabe, porque es natural, que si le
gusta un cantante, el cantante tiene que comer. Ella lo sabe y puede escuchar
toda esa música, pero en algún momento irá a un concierto, tendrá que comprar
algo que se cantante vende en su web para que pueda seguir tocando la música
que ella le gusta. Es tan simple como eso.
O sea, ¿nosotros cómo hacemos? ¿Cómo hago yo si quiero que
Horacio (Altuna) un ilustrador carísimo en español, uno de los más caros,
continúe produciendo? Obviamente, la piratería no funcionaría. Pues lo que
tenemos es esto, hacemos una revista, que se compra y se le paga a Horacio y en
el momento que se le paga por esos dibujos se sube a internet todo para que
todo el mundo disfrute de eso. Sino es codicia.
Un herrero que hace esta silla no cobra cada vez que alguien
se sienta. ¿Y por qué lo otro sí? ¿Es más importante un dibujo que una silla?
No es más importante.
¿Piensas entonces que
está discusión, que se pone de moda cada cierto tiempo entre el libro de papel
y el libro electrónico, es necesaria o es perder el tiempo?
A mí me da la impresión
que hay gente muy ávida al debate y otra a la acción. No voy a un debate,
porque no tengo tiempo porque estoy haciendo cosas. Y a mí me parece mucho más
interesante, mucho más divertido, y más prometedor hacer cosas que discutirlas.
Me siento con un editor tradicional a decirle que no, que
mejor esto. ¡Qué sé yo! No. Haced libros, usar libros. Y vos vendeló como tú
quieras, ponerle un candado acá y yo lo vendo de la manera que se me antoja y
cada cual que haga su vida.
A mí lo que no me gusta es sentarme a debatir. Prefiero
sentarme con amigos míos y hacer una cosa. Me dicen “no se puede hacer un medio
sin publicidad, sin distribución”. Ah, ¿No se puede? No voy a debatir sobre
eso. Voy, me siento, lo hago y después que alguien me venga a decir que no se
puede. Listo.
Una de las cosas que pasó con Orsai es que cerramos un
debate. Hay un debate que no se puede hacer más. Gente inteligente diciendo
que…no. Ya está, ya está hecho. Debatan
otra cosa, estoy ya está.
A mí me gusta jugar esto. Este libro, cada vez que alguien
lo compra no pasa por ningún canal de intermediación (y lo dice acentuando cada
sílaba). Desde mi editorial, lo vendo yo desde mi web, lo escribo yo, lo diseño
yo, lo edito yo. Y ya está. Este libro, que está en la Casa del Libro acá
(señala al frente de nosotros, justo al lado de la cafetería desde donde nos
traen el café, una de las sucursales de la famosa librería. No me había dado
cuenta que estaba allí). Yo vivo con esto. No con todas las personas que se
meten en el medio quedándose con el quince por ciento y otro quince por ciento.
Tengo que referirte a
mi contexto regional. Hay una frase famosa de que “el escritor no vive de
escribir”, pero veo tu ejemplo y el de otros. ¿Llegará un momento en que el escritor
si viva de lo que escribe? ¿Es posible eso ahora?
Es más rápido. No sé qué tanto es posible. Si te digo en mi
caso, que es el único que conozco y lo conozco muy bien, tuvo mucho que ver la
suerte, el talento, pero no solo en escribir, sino en comunicarme con la gente.
Escribir, sí, está bien. No hay ningún problema. Si conseguís emocionar, hacer
reír y eso está funcionando, perfecto. Pero después de todo eso, alrededor de
todo eso, hay un trabajo que no incluye escribir y por suerte a mí me encanta que
es comunicarme con los lectores, estar en los comentarios, contestar mails,
diseñar una web, programar una página web, entender de http, al momento de
vender cosas hacer un sistema de comercio electrónico.
No sé, hay un montón de cosas. Cuando me siento a trabajar
en casa, dos horas escribo pero las otras seis hago un montón de cosas que no
son escribir, que si no las hiciera tendría que llamar a alguien para que las
hiciera y ese alguien cobraría también. Tengo una suerte, tengo mucha suerte.
Tengo la suerte de ser muy curioso y que me interesa un montón los alrededores
de la literatura.
Muchos días me levanto por la mañana y se que por un lado
tengo que escribir un artículo, y por otro lado tengo que diseñar la web y
tengo más ganas de diseñar la web, ponerles cosas nuevas, aprender un poco de
html 5. Y me gusta tanto como escribir, porque en realidad no soy escritor, a
mí me gusta comunicar. Para comunicar tener herramientas nuevas. Me imagino que
si viviera en mil seiscientos (1,600) estaría muy interesado en las imprentas,
en las tipografías. Es lo mismo.
¿Le faltará este
criterio a las librerías que ahora se quejan de bajas ventas, de que están
desapareciendo? ¿Les falta saber comunicar?
No. Creo que si fuera librero desde los veinte años en este
momento tendría muy complicado cambiar de estilo. Me parece que los que
nacieron en cautiverio tienen muy complicado todo. Todo cambia, todo, todo.
Si vos entrás a un bar te das cuenta enseguida si el dueño
es un viejo o un chico por si hay wifi, si hay wifi liberado. Si el bar es de
un viejo el wifi te lo tienen que dar con una contraseña. No, ya está. Ya pasó.
A mí me gusta ver a los chicos, porque ya no tienen vicios
del siglo veinte. Me parece que todo va
tendiendo a que todo sea mucho más natural, todo.
Si Nina de acá a dos o tres años termina entendiendo cuál es
su vocación, y capaz le gusta la arquitectura, la literatura, la fotografía, va
a ser mucho más natural para ella acceder a su público que para mí a los quince
años.
Entonces me parece que hay que trabajar mucho en ello, entre
ello tener conocimientos básicos de muchas herramientas, mucha atención a lo
que está pasando, a donde la gente está poniendo los ojos y seducir con eso. Y
obviamente, tener algo para decir. Puedo crear un montón de cosas y no tener
nada para decir y es lo mismo.
Me parece que todo será a ser natural, de no ocurrir nada de
golpe…
Sí, porque anuncia la
muerte de todo. Primero que iba a desaparecer la radio por la televisión, luego
que iba a desaparecer la televisión por el internet…que ahora que va a acabar
con los libros. Vamos de un apocalipsis cultural a otro apocalipsis cultural.
En tu tiempo histórico, en los años de vida que tengas,
puedes tener mucha pasión por la teoría o mucha pasión por la práctica.
Los apasionados de la teoría se la pasan conversando de lo
que pueda pasar, si se va a morir este formato o el otro y hacen mesas
redondas. Son amantes de la teoría.
Después, hay gente que es mucho más amante de la práctica.
Si estamos en un momento histórico de transición, pues experimentemos, con
tranquilidad. A mí me divierte mucho. Me levanto en la mañana y lo que tengo
que hacer me gusta. Lo que se me ocurre me gusta saber si puede ocurrir, si
puede pasar. El solo hecho de tener la suerte hoy mismo de no estar en una
oficina, haciendo algo que no me gusta, es suficiente para sentirme súper bien.
Recuerdo el momento
en que dejaste de escribir tu columna en El País…
Eso fue un momento de cautiverio. Era un animalito libre y
vino un dueño de un circo y me dijo si no quería trabajar en este circo, que me
iba a pagar muy bien, que iba a tener comida. Entre a ver que tal y no me gustó
vivir en cautiverio, no me gustó tener jefe, no me gustó dejar de conversar con
la gente, conversar con un agente, con mi representante, con mi editor, con mi
no se qué.
Me resulto todo extremadamente aburrido y decidí volver al
aire libre.
Especial sobre periodismo en la revista Orsai No.13. Foto: Argénida Romero |
¿No te has encontrado
con algún dueño de ese circo que te diga “¡Ah, ese loco!”?
No, no. Ellos siguen con el circo. A ellos no les importa
demasiado si un bonito se escapa. No hay un tema de competitividad.
Hablando de los
cautiverios, ¿cómo ves el mundo del periodismo? Es común ver, es mi experiencia
viendo televisión informativa aquí, un periodismo monotemático. Uno lo ve en su
país pero piensa que no existe o no es así en otros lugares.
¡En absoluto! El mercado tradicional es igual Dominicana, en
España, en Argentina, en Uruguay, en México, en Perú. Es igual. Los pequeños
monopolios, más grandes o más pequeños de información donde las cosas que
ocurren son las que ocurren. Y pueden tener un poco más de presupuesto o menos,
pero después es lo que decís vos. Monotemáticamente es plano, plano, plano.
Ahora, es también un tema nuestro si vamos al circo a ver
animales o si vamos a la selva a ver animales. La televisión española es mala
pero lo se por lo que dice la gente. Yo no veo televisión. En mi casa no tengo
varios televisores pero conectados a Yotube y cada quien ve lo que quiere. Vos
tenés el internet que es la selva y ahí vos hacés tu vida. Yo me entero de las
cosas por otro lado. Tampoco sé si esas cosas de las que me estoy enterando son
la verdad, pero por lo menos sé que ese material está vivo y no está en cautiverio.
Se opina, en
ocasiones, que esa interactividad que da
el internet muchas veces confunde, les
falta rigor para confirmar datos…
Pero claro que confunde y le falta rigor, igual que los
medios tradicionales. La diferencia es que los medios tradicionales por más que
busquen y busquen no vas a encontrar la
verdad. En cambio en internet, si te ponés a buscar bien y tienes un grupo de
favoritos fiables te vas a enterar de lo que realmente está pasando.
Por supuesto que hay
mentiras y basura y hay engaños también de este lado. Lo que tiene este lado,
que se llama la selva, es que si vos te convertís en Tarzán podés vivir. Del
otro lado no, serás un monito amaestrado siempre en todos los casos. En este
caso tienes libertad. Estamos haciendo un sector de libertas. El escritor, el
periodista, el dibujante o el fotógrafo que entra acá sabe que no va a
encontrarse con un monopolio, no con gente codiciosa.
Entonces hay pequeños lugares donde puedes guarecer de toda
esa porquería. O crear un lugar.
Hace veinte años no existía la posibilidad. Hoy por lo menos
hay una posibilidad.
Desde luego, aprovechaste tu estancia en Barcelona. Una espléndida entrevista a Casciari, al que leían precisamente en su columna en El País. Luego le perdí la pista. Me alegra la ilusión militante del entrevistado y su confianza en el mundo de la edición, los blogs, internet. Yo llevo en esto nueve años, pero mi blog, que tampoco tiene publicidad, ha entrado en una fase de pérdida de lectores o de visitas. Me da ánimos para seguir: tal vez sea lo más elemental, decir algo que interese a la gente, a los lectores.
ResponderEliminarEn cuanto al open acces de los wifis, yo leí algo que me inquietó sobre las redes abiertas: venía a decir que los que entraban en ellas, quedaban indefensos ante la posibilidad de que sus ordenadores quedaran desprotegidos ante robos de contraseñas, cuentas bancarias... Desde entonces, no me fío de las redes abiertas.
Voy a buscar Orsai. Veremos si es un blog que me dice algo.
Un cordial saludo. Una entrevista sugerente.
Casciari fue un arriesgado, pero un arriesgado con conocimiento.
ResponderEliminarComo tengo tanto tiempo leyéndolo me doy cuenta que una de las actitudes a su favor es tratar de ver un poco más allá, alejarse de la manada. Claro, tiene un talento indiscutible para escribir y lo hace muy bien. Cuando veas Orsai te darás cuenta de ello.
Lo que mencionas del wifi...no lo había reparado. Tendré que buscar información sobre eso.
Con el tema de los blogs, depende de sentido que uno le quiera dar.
ResponderEliminarTambién leí aquel blog que inspiró una cantidad de “blogonovelas” en los primeros días de este medio y me parecía genial, sobre todo porque era descubrir un nuevo uso para esta forma de publicación. Ya sabemos también la certeza profética que Casciari ha tenido cuando se trata de los medios digitales. Es muy liberal su actitud en cuanto a los contenidos. Entiendo lo que él formula, pero también hay un costo, mayormente de tiempo y dedicación que no se puede sostener sin algún apoyo. Me parece una idea interesante y utópica. También hay artistas y escritores que contrarrestan la tendencia popular de no valorar el trabajo creativo. A nadie se le ocurriría en las sociedades en que vivimos ir a una tienda y llevarse lo que está allí porque es muy bonito decir que debe ser para todos, pero cuando se trata del “fruto del cerebro humano” muchas personas consideran que por no ser un objeto no hay que remunerar a su creador. Esto me parece injusto en el sentido de que el pintor, el escultor, el autor ofrecen algo a sus sociedades y de todas maneras en su vida de ciudadanos tienen que pagar alquiler, comprar comida y vestirse dentro de economías capitalistas. Nada de eso se les da regalado. Es interesante esta conversación y una en la que caben muchos puntos de vista.
ResponderEliminarSin embargo, Víctor, sus proyectos han sido muy exitosos monetariamente hablando.
ResponderEliminarLe pagó a todo el que publicó artículos en Orsai. Sus libros se venden, inclusive el libro de la blogonovela "Más respeto que soy tu madre" y que está totalmente en línea...se vende.
Me dijo algo con respecto a eso: estos proyectos son posibles cuando construyes una comunidad alrededor del contenido que produces. Al revés no funciona.
Continuando... Entiendo ese punto de crear comunidades y no es nuevo realmente. Antes se le llamaba tener una plataforma de lanzamiento (me lo habían comentado agentes literarios antes de que los medios sociales llegaran a ser lo que son). He mirado este asunto con algo de escepticismo, en este sentido: el artista, el escritor, el creador solamente se debe a su arte. La parte de crear comunidades o tener plataformas para dar a conocer lo que hace debería ser secundaria, aunque sea conveniente. Sospecho cuando esa fórmula se voltea que algunos (no me refiero a Casciari ni algún ejemplo concreto) pueden ser muy diestros en algo que en estos días ha dado por llamarse "generar contenidos", como si el arte o la expresión escrita se pudieran manufacturar en una línea de montaje para propiciar canales de distribución. No soy experto en nada de esto así que solamente comparto impresiones, pero creo que muchas de las obras creativas que más admiro no se pudieron crear en un ambiente como el que sugiere ese nuevo modelo que dispersa la atención y suele convertirse en una campaña autopublicitaria constante.
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