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diciembre 22, 2014

Hernán Casciari: “El contenido es libre, para mí debe ser libre siempre” (1)

Un día del año 2004, no recuerdo día ni mes, encontré un blog. El texto de ese día hablaba sobre un jugador de fútbol argentino que, hasta para una desatendida del deporte como yo, era una referencia. Diego Armando Maradona estaba en un estado de salud delicado. Leí en ese texto a una señora hablar de este fútbolista de una manera que me hizo llorar frente al computador.

El nombre la señora era Mirta Bertotti. El blog se llamaba "Más respeto que soy tu madre"

Desde ese día lo seguí hasta el final. Nunca comenté, aunque veía que había mucho afán por hacerlo. Me encantaba que una señora con esposo e hijos hablará sobre su vida de una forma tan poco complicada. 

Pero al final nada de esto resulto cierto. Mirta y su familia eran personajes creados de Hernán Casciari, un escritor argentino a quien después de desearle la peor de las suertes por el engaño magnifico en que nos hizo caer a cientos que seguíamos ese blog (que pasó a ser un libro y una obra de teatro) no le perdí el rastro jamás. 

Casciari tenía otro blog, Orsai, que paso a ser una revista, y de ahí a un proyecto editorial, con una perspectiva bastante interesante: no hay publicidad, no hay nadie en el medio.Y decir esto es dar un gran salto a los detalles de lo qué hace y cómo lo hace. Así que cuando supe que iría a Barcelona, a principios de este año, me dije que no podría estar en esa ciudad sin conocerlo. Si, se me olvidaba ese detalle, Casciari vive en esa ciudad.

Tras un intercambio de correos electrónicos decidimos encontrarnos un jueves de junio. Una cafetería cerca de la Casa Batlló. Lo vi acercarse en compañía del ilustrador Horacio Altuna. Los saludé emocionada, como chica que se encuentra con su cantante de pop favorito. Altuna se despide y ambos nos sentamos a conversar. Una conversación larga, entretenida y con muchas risas, en la que descubrí a un Casciari tan determinado como jovial. Una persona que ha sabido buscarle la vuelta al mundo editorial, alejado de las formulas conocidas y triunfando con su dos más dos no son cuatro.

Aquí la primera parte de nuestra conversación.

Hernán Casciari. Foto Argénida Romero
¿Por qué pasar de un proyecto para adultos, centrado en relatos, crónicas, reportajes de largo suspiro de páginas a una revista dirigida a la familia desde la visión de los niños?
Porque en general yo y el Chiri (Basilis, su amigo de infancia. Sé que su nombre real no es Chiri, pero no recuerdo ahora su nombre real) trabajamos en base a caprichos. Orsai fue un capricho y este es otro. Y estos caprichos siempre surgen por necesidades nuestras, más que nada. Somos muy egoístas, no pensamos en el lector, sino en divertirnos nosotros.

Cuando empezó el tercer año de Orsai, que nosotros queríamos hacer un año pero nos gustó y seguimos un año más, y luego seguimos otro porque nos estaba gustando mucho. Pero más o menos a la mitad del tercer año del Orsai empezó a parecernos a un trabajo.

Entonces a principio del 2013 decidimos que paralelo a Orsai queríamos empezar a hacer un hermano menor, para chicos. La razón es porque nuestros hijos estaban creciendo, no hay otra razón. Cuando empezamos con Orsai, Nina tenía seis, siete años y para el 2013 tenía 9 y la conversación con ella era totalmente distinta. Me di cuenta que tenía mucho más ganas de hablar con ella que con gente grande en la vida diaria. Y también en lo profesional, muchas ganas de escribir cuentos, de interesarme más en el pensamiento de ellos y no tanto de la gente grande, al Chiri le estaba pasando lo mismo y en un momento tomamos la decisión de que no íbamos hacer los dos productos en paralelo, sino  que queríamos darle el cien por ciento de la energía y de corazón a esto y que durará lo que tendría que durar y si después queríamos volver a otra cosa pues lo haríamos.

Para nosotros no fue un cambio grande.  La misma gente trabajando, el mismo papel, casi las mismas historias. Para los lectores sí fue un cambio grande. Pero como somos muy egoístas. Que se adapte, ya veremos con lo otro, cuando de verdad encontremos la manera de que no sea un trabajo.

Una de las cosas que pasa cuando comentaba o comento sobre la revista Orsai en República Dominicana es la cara de interrogante cuando señalaba que era una publicación sin publicidad. ¿Cómo funciona una publicación sin publicidad? ¿Tuviste esa interrogante cuando concebiste a Orsai?
¡Claro! Todo el mundo se preguntaba cómo lo hacíamos. De qué manera .Casi no hay productos sin publicidad. Es complicado. Pero la primera decisión que tomamos, y que formaba parte del capricho, era no darle el cincuenta por ciento de la energía a buscar empresas que patrocinan y que determinan decidiendo ellas hasta cuando podés seguir.

Preferimos poner ese cincuenta por ciento de energía en encontrar un sistema de distribución y de venta que nos diera la posibilidad de que nosotros decidiéramos hasta cuando hacerlo, que de hecho fue lo que hicimos. Fue una decisión nuestra, no una decisión de Coca Cola.

Si nosotros hubiésemos pensado en poner publicidad de Visa, de Coca Cola, de una aerolínea en la contratapa o aquí o allá, ellos terminarían decidiendo hasta cuándo. Y no nos parecía correcto.
Todo lo que hacemos y lo que vamos a hacer va a ser siempre sin publicidad. Es como nuestra marca.

Pero tú llegaste a ahí después de un camino. Por ejemplo, Argénida quizás no podría sostener una publicación como esta porque nadie me conoce…
Es necesario tener una comunidad, obviamente. Empecé con un blog en dos mil tres (2003), dos mil cuatro (2004). Empezó a leerse, empezó a tener gente a su alrededor. Si vos te enteraste del proyecto Orsai es porque venías  siguiendo, un lectura digamos.

Entonces después de seis o siete años de estar en contacto con mucha gente todo el tiempo es menos difícil proponerle a esa gente una aventura nueva. Entonces, forman parte de eso. Si vos venís de ningún lado y decís en tu Facebook que me apoyen para hacer esta revista y quiero un millón de dólares. No puedes abrir un Facebook y decir “hey, quiero un millón de dólares”. Claro, no tenés una comunidad del otro lado a quien le estés hablando. Ahora, si la tenés, si hay confianza y si además seducís con el proyecto es posible que funcione. Pero sin una comunidad por detrás, que has trabajado por detrás, es muy difícil.

Sí, bastante… Háblame del “open acces”. Alguna vez leyendo tu blog me encontré con esta idea y entiendo que la apoyas, de que la gente tenga acceso libre a los contenidos. Del Caribe, de donde vengo, observo resistencia a eso. ¿Por qué crees que es bueno que los textos estén en línea y que lo lea el que quiera, y quien lo quiera bajar de manera gratuita lo haga?
Creo que tiene que ver igual que los animales que nacen en cautiverio y los que viven en libertad. Un animal que nace en cautiverio no va a entender nunca la idea de vivir en la selva. No podría sobrevivir. Yo empecé escribiendo en libertad, no nací en cautiverio. Yo empecé a escribir en internet. No tengo una noción diferente de las cosas.

Este libro (me muestra el libro “Más respeto que soy tu  madre”, que me regaló), y todos los libros que tengo, los escribí gratis. Después se convirtieron en libro, pero en ningún momento vendí inicialmente esto. Escribo y publico todo. Después hay muchísima gente que le gusta esto, porque esto es un objeto, es lindo, es un fetiche, tiene olor. Lo podés regalar para un cumpleaños, lo podés atesorar, guardar, llevarlo en el tren y leerlo. Es mucho más complicado que todas esas cosas la puedas hacer con un texto plano que está en un blog.

Yo diferencio mucho el objeto del contenido. El contenido es libre, para mí debe ser libre siempre. No tiene sentido, y menos con lo que es hoy la tecnología, mantener el contenido en cautiverio. Lo que sí es necesario, es que en algunos casos este objeto tiene un trabajo, una encuadernación, entonces no lo podés regalar porque alguien tiene que poner el dinero que cuesta el objeto.

No tengo ningún problema con que se venda, pero lo que contiene, lo que hay adentro, el contenido, no me parece que tenga que ser en cautiverio.

"A mí me da la impresión que hay gente muy ávida al debate y otra a la acción. No voy a un debate, porque no tengo tiempo porque estoy haciendo cosas. Y a mí me parece mucho más interesante, mucho más divertido, y más prometedor hacer cosas que discutirlas".

¿Crees que en un futuro muy inmediato, cuando se recienta esta tendencia a estar en contra de estos cambios tecnológicos, pueda entender esta forma, este sistema…? (Me interrumpe, porque obvio estoy divagando demasiado…me pasa cuando estoy nerviosa)
No es un asunto de sistema. Entiendo que hay gente grande que nació antes que nosotros, que nació en cautiverio, y que le va a resultar muy difícil vivir en libertad. Por eso te hacía esta metáfora de los animales. Después hay gente de la generación de mi hija, que ni se le ocurre la cautividad de los contenidos. No le entra en la cabeza. Si mi hija quiere algo lo agarra de donde sea. No importa.

Pero al mismo tiempo ella sabe, porque es natural, que si le gusta un cantante, el cantante tiene que comer. Ella lo sabe y puede escuchar toda esa música, pero en algún momento irá a un concierto, tendrá que comprar algo que se cantante vende en su web para que pueda seguir tocando la música que ella le gusta. Es tan simple como eso.

O sea, ¿nosotros cómo hacemos? ¿Cómo hago yo si quiero que Horacio (Altuna) un ilustrador carísimo en español, uno de los más caros, continúe produciendo? Obviamente, la piratería no funcionaría. Pues lo que tenemos es esto, hacemos una revista, que se compra y se le paga a Horacio y en el momento que se le paga por esos dibujos se sube a internet todo para que todo el mundo disfrute de eso. Sino es codicia.

Un herrero que hace esta silla no cobra cada vez que alguien se sienta. ¿Y por qué lo otro sí? ¿Es más importante un dibujo que una silla? No es más importante.

¿Piensas entonces que está discusión, que se pone de moda cada cierto tiempo entre el libro de papel y el libro electrónico, es necesaria o es perder el tiempo?
 A mí me da la impresión que hay gente muy ávida al debate y otra a la acción. No voy a un debate, porque no tengo tiempo porque estoy haciendo cosas. Y a mí me parece mucho más interesante, mucho más divertido, y más prometedor hacer cosas que discutirlas.

Me siento con un editor tradicional a decirle que no, que mejor esto. ¡Qué sé yo! No. Haced libros, usar libros. Y vos vendeló como tú quieras, ponerle un candado acá y yo lo vendo de la manera que se me antoja y cada cual que haga su vida.

A mí lo que no me gusta es sentarme a debatir. Prefiero sentarme con amigos míos y hacer una cosa. Me dicen “no se puede hacer un medio sin publicidad, sin distribución”. Ah, ¿No se puede? No voy a debatir sobre eso. Voy, me siento, lo hago y después que alguien me venga a decir que no se puede. Listo.

Una de las cosas que pasó con Orsai es que cerramos un debate. Hay un debate que no se puede hacer más. Gente inteligente diciendo que…no.  Ya está, ya está hecho. Debatan otra cosa, estoy ya está.

A mí me gusta jugar esto. Este libro, cada vez que alguien lo compra no pasa por ningún canal de intermediación (y lo dice acentuando cada sílaba). Desde mi editorial, lo vendo yo desde mi web, lo escribo yo, lo diseño yo, lo edito yo. Y ya está. Este libro, que está en la Casa del Libro acá (señala al frente de nosotros, justo al lado de la cafetería desde donde nos traen el café, una de las sucursales de la famosa librería. No me había dado cuenta que estaba allí). Yo vivo con esto. No con todas las personas que se meten en el medio quedándose con el quince por ciento y otro quince por ciento.

Tengo que referirte a mi contexto regional. Hay una frase famosa de que “el escritor no vive de escribir”, pero veo tu ejemplo y el de otros. ¿Llegará un momento en que el escritor si viva de lo que escribe? ¿Es posible eso ahora?
Es más rápido. No sé qué tanto es posible. Si te digo en mi caso, que es el único que conozco y lo conozco muy bien, tuvo mucho que ver la suerte, el talento, pero no solo en escribir, sino en comunicarme con la gente. Escribir, sí, está bien. No hay ningún problema. Si conseguís emocionar, hacer reír y eso está funcionando, perfecto. Pero después de todo eso, alrededor de todo eso, hay un trabajo que no incluye escribir y por suerte a mí me encanta que es comunicarme con los lectores, estar en los comentarios, contestar mails, diseñar una web, programar una página web, entender de http, al momento de vender cosas hacer un sistema de comercio electrónico.

No sé, hay un montón de cosas. Cuando me siento a trabajar en casa, dos horas escribo pero las otras seis hago un montón de cosas que no son escribir, que si no las hiciera tendría que llamar a alguien para que las hiciera y ese alguien cobraría también. Tengo una suerte, tengo mucha suerte. Tengo la suerte de ser muy curioso y que me interesa un montón los alrededores de la literatura.

Muchos días me levanto por la mañana y se que por un lado tengo que escribir un artículo, y por otro lado tengo que diseñar la web y tengo más ganas de diseñar la web, ponerles cosas nuevas, aprender un poco de html 5. Y me gusta tanto como escribir, porque en realidad no soy escritor, a mí me gusta comunicar. Para comunicar tener herramientas nuevas. Me imagino que si viviera en mil seiscientos (1,600) estaría muy interesado en las imprentas, en las tipografías. Es lo mismo.

¿Le faltará este criterio a las librerías que ahora se quejan de bajas ventas, de que están desapareciendo? ¿Les falta saber comunicar?
No. Creo que si fuera librero desde los veinte años en este momento tendría muy complicado cambiar de estilo. Me parece que los que nacieron en cautiverio tienen muy complicado todo. Todo cambia, todo, todo.

Si vos entrás a un bar te das cuenta enseguida si el dueño es un viejo o un chico por si hay wifi, si hay wifi liberado. Si el bar es de un viejo el wifi te lo tienen que dar con una contraseña. No, ya está. Ya pasó.

A mí me gusta ver a los chicos, porque ya no tienen vicios del siglo veinte.  Me parece que todo va tendiendo a que todo sea mucho más natural, todo.

Si Nina de acá a dos o tres años termina entendiendo cuál es su vocación, y capaz le gusta la arquitectura, la literatura, la fotografía, va a ser mucho más natural para ella acceder a su público que para mí a los quince años.

Entonces me parece que hay que trabajar mucho en ello, entre ello tener conocimientos básicos de muchas herramientas, mucha atención a lo que está pasando, a donde la gente está poniendo los ojos y seducir con eso. Y obviamente, tener algo para decir. Puedo crear un montón de cosas y no tener nada para decir y es lo mismo.

Me parece que todo será a ser natural, de no ocurrir nada de golpe…

Sí, porque anuncia la muerte de todo. Primero que iba a desaparecer la radio por la televisión, luego que iba a desaparecer la televisión por el internet…que ahora que va a acabar con los libros. Vamos de un apocalipsis cultural a otro apocalipsis cultural.
En tu tiempo histórico, en los años de vida que tengas, puedes tener mucha pasión por la teoría o mucha pasión por la práctica. 

Los apasionados de la teoría se la pasan conversando de lo que pueda pasar, si se va a morir este formato o el otro y hacen mesas redondas. Son amantes de la teoría.

Después, hay gente que es mucho más amante de la práctica. Si estamos en un momento histórico de transición, pues experimentemos, con tranquilidad. A mí me divierte mucho. Me levanto en la mañana y lo que tengo que hacer me gusta. Lo que se me ocurre me gusta saber si puede ocurrir, si puede pasar. El solo hecho de tener la suerte hoy mismo de no estar en una oficina, haciendo algo que no me gusta, es suficiente para sentirme súper bien.

Recuerdo el momento en que dejaste de escribir tu columna en El País…
Eso fue un momento de cautiverio. Era un animalito libre y vino un dueño de un circo y me dijo si no quería trabajar en este circo, que me iba a pagar muy bien, que iba a tener comida. Entre a ver que tal y no me gustó vivir en cautiverio, no me gustó tener jefe, no me gustó dejar de conversar con la gente, conversar con un agente, con mi representante, con mi editor, con mi no se qué.

Me resulto todo extremadamente aburrido y decidí volver al aire libre.

Especial sobre periodismo en la revista Orsai No.13. Foto: Argénida Romero
¿No te has encontrado con algún dueño de ese circo que te diga “¡Ah, ese loco!”?
No, no. Ellos siguen con el circo. A ellos no les importa demasiado si un bonito se escapa. No hay un tema de competitividad.

Hablando de los cautiverios, ¿cómo ves el mundo del periodismo? Es común ver, es mi experiencia viendo televisión informativa aquí, un periodismo monotemático. Uno lo ve en su país pero piensa que no existe o no es así en otros lugares.
¡En absoluto! El mercado tradicional es igual Dominicana, en España, en Argentina, en Uruguay, en México, en Perú. Es igual. Los pequeños monopolios, más grandes o más pequeños de información donde las cosas que ocurren son las que ocurren. Y pueden tener un poco más de presupuesto o menos, pero después es lo que decís vos. Monotemáticamente es plano, plano, plano.

Ahora, es también un tema nuestro si vamos al circo a ver animales o si vamos a la selva a ver animales. La televisión española es mala pero lo se por lo que dice la gente. Yo no veo televisión. En mi casa no tengo varios televisores pero conectados a Yotube y cada quien ve lo que quiere. Vos tenés el internet que es la selva y ahí vos hacés tu vida. Yo me entero de las cosas por otro lado. Tampoco sé si esas cosas de las que me estoy enterando son la verdad, pero por lo menos sé que ese material  está vivo y no está en cautiverio.

Se opina, en ocasiones,  que esa interactividad que da el internet  muchas veces confunde, les falta rigor para confirmar datos…
Pero claro que confunde y le falta rigor, igual que los medios tradicionales. La diferencia es que los medios tradicionales por más que busquen  y busquen no vas a encontrar la verdad. En cambio en internet, si te ponés a buscar bien y tienes un grupo de favoritos fiables te vas a enterar de lo que realmente está pasando.

 Por supuesto que hay mentiras y basura y hay engaños también de este lado. Lo que tiene este lado, que se llama la selva, es que si vos te convertís en Tarzán podés vivir. Del otro lado no, serás un monito amaestrado siempre en todos los casos. En este caso tienes libertad. Estamos haciendo un sector de libertas. El escritor, el periodista, el dibujante o el fotógrafo que entra acá sabe que no va a encontrarse con un monopolio, no con gente codiciosa.

Entonces hay pequeños lugares donde puedes guarecer de toda esa porquería. O crear un lugar.

Hace veinte años no existía la posibilidad. Hoy por lo menos hay una posibilidad.

diciembre 17, 2014

Críticas a Arraiga

"Arraiga" ha tenido sus exámenes de conciencia con algunos lectores.

Y las críticas son críticas. Las entiendo necesarias, porque lo que escribes no es tuyo, lo ofreces. Y los que lo reciben tienen el derecho de conversar con lo que escribes, te guste o no el diálogo.

La primer crítica la recibí del periodista y escritor José Carvajal, quien también suele hacer un ejercicio de crítica literaria en su blog y su muro de Facebook, Carvajal fue fundador en 1998 de la  Agencia Internacional de Noticias Literarias Librusa. Y esto me comentó sobre mi poemario.

"Sin duda, es poesía. Pero hubiera sido mejor si tuviera menos lugares comunes. El mayor reto de todo poeta debe ser crear universos propios, y esto no quiere decir que no respire bajo la influencia de sus lecturas de formación".

Miguel Mena, editor de Cielonaranja, comentó en su muro de Facebook.

"UN LIBRO QUE SE ME PERDIÓ EN AIR FRANCE. "Arraiga" es un poemario de Argénida Romero que no dejó de sorprenderme: por la voz propia, por el arrojo en una serie de líneas, por un poema que tuve que leerlo no sé cuantas veces porque es todo un golpe en tu conciencia, "Mamá", un excelente texto que tendrá que encabezar una antología de joven poesía dominicana que estamos armando". 

Luis Beiro, periodista, escritor editor y critico, me regaló una sorpresa el domingo pasado publicando una amplia crítica a "Arraiga" en el Listín Diario. Aquí les comparto un párrafo del texto que escribió sobre el poemario.

"Argénida Romero sabe seducir con la palabra. Lo vuelve a demostrar aquí, con su “Arraiga” donde se anuncia ya el estallido de una mujer con mirada atenta, corazón abierto y recursos técnicos capaces de no aburrir (a pesar de la recurrencia a la primera y segunda persona del singular en la mayoría de sus textos). Si la poesía es, a la vez, cerebro y corazón, aquí hay un buen ejemplo de ella".