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octubre 21, 2010

Poetas

Hoy es el Día Nacional del Poeta en nuestro país. De decir, se pueden decir muchas cosas, buenas y malas. La pregunta de siempre ¿Para qué sirve la poesía? ¿Qué hace un poeta, poeta? Yo no tengo las respuestas.

Lo que si puedo decir que hay poemas que no son poesía. Hay poetas que no son poetas. Hay gente enganchada a poeta. Hay poemas de dos líneas que dicen más que uno de 700 versos. Hay poesía que hizo puentes y los sigue haciendo. Hay gente que cree que rimar es poesía. Hay gente que cree que "cualquier cosa" es poesía. Hay gente que vende poesía. Hay gente que regala poesía. Hay gente que escribe poesía como ancla. Hay gente que la escribe para las cámaras. Hay poesía.

Hoy, pensando en esto, tengo dos poemarios en las manos. Son dos mujeres, una viva y una muerta. Dominicanas y a quienes considero poetas, de esas de verdad verdad verdaita. Sus poemas no dejan lugar a dudas, no te dejan indiferente: Jeannette Miller y Aída Cartagena Portalatín.

Jeannette Miller la he visto en persona más de una vez. Es una persona que te transmite un no sé qué especial al escucharla hablar. De todos sus poemas tengo uno favorito. De ella tengo un poemario doble que se llama, uno, "Fichas de Identidad", y el otro "Estadías".

Este es mi poema favorito de Jeannette Miller

Yografía
Yo
que necesito plantas, luz
palabras de ternura
que me siento a pesar de mi desgracia a plena tarde
medio masoquista
fea
profesora
Yo
que sólo con palabras me presumo
me palpo
me proyecto
interpongo ideas a la carne
levanto largos muros de metal frío, devorante
entre otros y
yo
que tengo miedo a la locura, al vino, al entregarme
agarro mis recuerdos
una niña gorda, inútil, solitaria
casas de muñecas y tacitas de té
ráfagas de aire y de suspiros
entre mi abuelo no abuelo y sin mi padre
Yo
que encuentro en Franklyn, Juan Francisco y otros
eso terrible que no tuve
que sé disponer de letras, sílabas y nombres
cuidadosamente, agresivamente
Yo
estoy harta de mí.


De Aída Cartagena Portalatín puedo decir que me hubiese encantado estar sentada en uno de los pupitres de la Universidad Autónoma de Santo Domingo escuchándola en alguna de sus cátedras. Nada más. De ella, este es mi poema favorito.

Una mujer está sola
UNA mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación.
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
en fuga acelerada ante los ojos del amor.

Una mujer esta sola. Sujetando con sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido en el sentido de la palabra propia, de su palabra inútil.

Una mujer esta sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere de la muerte.

Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir su voz que desnuda solloza deletreándose.

Un mujer esta sola. Siente y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.

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