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septiembre 06, 2010

De montañas y poesía…o de poetas y montañas (que no es lo mismo) III y final


“Defender la palabra contra la música, el sentido contra el sonido, la verdad contra la belleza, lo natural contra lo acabado. Acudir a un congreso de poesía y pronunciar, como forma de protesta, la palabra lechuga”. Alberto Batania, escritor español que conozco gracias a su blog www.batania.blogspot.com

La mañana del domingo se caracterizó por la ausencia de muchos que aun dormían la velada bohemia que sobrepaso las 3 de la madrugada. Yo llegué tarde al desayuno y tuve que merodear por la cocina para no dejar el estomago en pijamas.

El programa del día se resumía en dos puntos: un charla o ponencia titulada “Interiorismo, literatura y arte para nuestro tiempo” y un tours por la ciudad de Jarabacoa, en el cual me inscribí desde el día anterior. No podía irme sin repasar las calles de un lugar tan querido como ese.

Me desayuné, saludé a algunos conocidos y nuevos conocidos. Aunque el salón estaba medio vacío, apure el paso porque no me quería perder detalles de la ponencia antes de irme al recorrido. Aunque no sea afecta a los movimientos literarios, reconozco que quería comprender algunas de las motivaciones del Interiorismo para plantearse como tal.

En la mesa estaban gran parte de los poetas que leyeron en día anterior en representación de este movimiento. Me extrañó no ver a Bruno Rosario Candelier, su director y mentor.

La ponencia pasó del que apuntaba el programa como su encargado a las consideraciones de otros en la mesa principal. Entre lo que señalaron estuvo que el interiorismo plantea la presentación de una tercera realidad, después de la concreta y la subjetiva, que es la transcendente. Claro, dijeron que es algo usado por todos los escritores en todos los tiempos, pero que ellos como movimiento planteaban la búsqueda de esa realidad.

“Es poner la voz del poeta en el interior de la cosa”, dijo una de las escritoras expositoras. La palabra “místico y mística” se repitieron con frecuencia y el micrófono iba de un lado a otro. Sin embargo, y al contestar preguntas de los presentes, se contradijeron unos a otros. Mientras unos defendían el papel del movimiento como motor de búsqueda de una transcendencia que ha sido plantea desde siempre, otro expuso que a pesar de pertenecer al movimiento no se complicaba con ese planteamiento a la hora de escribir.

El asunto se puso más intenso con la intervención de Omar, un escritor de un taller literario del municipio de Sosua, de la provincia de Puerto Plata y cuyo recital me perdí. Omar planteó que el problema del movimiento era de criterio. Según su concepción, el interiorismo es un proceso y que lo que hasta ahora habían expuesto hablaba de la descripción de un proceso y no de la concepción de un movimiento. Eso lo dijo a pesar de que apuntó el hecho de que fue uno de los fundadores de ese movimiento.

Entre unas opiniones y otras, al final me pareció que los escritores del Interiorismo se convirtieron en una Torre de Babel y que, quizás, la presencia de don Bruno hubiese otorgado más claridad a sus explicaciones y auto-contradicciones.

Yo seguí sin encontrarle ni pies ni cabeza.

El paseo
El paseo, genial. Jarabacoa tiene un monumento especial en mi corazón. Claro, el tours estuvo impregnado de lo práctico de estas actividades. Fuimos a una quesería donde no pudimos ver el proceso de hacer queso. Ni modo. Comimos helados de frutas en vasos de plástico. Conocimos un centro de arte que vale su peso en oro y mantiene un programa de educación artística digna de admirar.

También fuimos al Centro Ecológico Profesor Eugenio de Jesús Marcano y hablamos con el director del Plan Cordillera, iniciativa que trabaja con la conservación del medio ambiente. Entonces descubrí que la ciudad de la Eterna Primavera tiene un gran problema: No tiene planta de tratamiento para aguas negras. Mal, muy mal.

En el paseo descubrí, además, la permanencia de otro problema (digno del medioevo). Hace unos meses el sacerdote a cargo de la Parroquia principal del pueblo, la de Nuestra Señora del Carmen, le dio con querer borrar el mural que por doce años a decorado el atrio de esa iglesia, según el sacerdote porque “los ángeles tienen miradas diabólicas y parecen homosexuales”. Como no pudo borrarlo, pues fue declarado Patrimonio Cultural para evitar tal cosa, se le ocurrió una idea mejor: taparlo con una lona. Mal, muy muy mal.

Y al final…
Al regresar a Pinal Quemado todos se encontraban en afán de partir. Algunos no los pude ver para despedirme. Antes de recoger maletas y experiencias nos reunimos en el salón y entre aplausos agradecimos la acogida y el trabajo de los responsables de la actividad, con Taty a la cabeza.

Lo vivido a partir de la curiosidad de saber que puede darse en un festival donde los poetas le leen a poetas la he dejado constar en esta crónica. Humanos escritores dan como resultado cosas de humanos escritores, con lo bueno y no tan bueno.

Deseo, porque tengo un deseo, que si vuelvo los poetas no solo le lean a los poetas. Lo demás, es inevitable.

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