"Stat rosa pristina nomime, nomina nuda tenemus". ("De la primitiva rosa sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos"). El nombre de la Rosa, Umberto Eco.
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julio 05, 2010
Hermanastras
Las hermanastras estuvieron en la boda
mordiendo su humana envidia,
mistificadas bajo el amuleto de niñas malas
desearon felicidad, como todos,
mientras arrojaban el arroz
y la vieron desfilar
con las zapatillas que no les sirvieron
¡Qué mala suerte!
Estaban condenadas a ser mujeres comunes
fregar platos
soñar despiertas
rasgarse las ganas por las noches
esperar al hombre común
multicromático
buscar, de vez en cuando,
al hada de la varita
contar canas
reirse y llorar
trabajar de nueve a cinco
y enterrar a la madrastra.
Pero en su improvisada letanía
jamás contaron
con las lágrimas de la Cenicienta
llorándoles su cansancio de ocho a cinco,
con los pies demasiados gordos
para calzar sus zapatillas
y el abandono de su hada
en los brazos de su príncipe
azul
rojo
violeta
amarillo
verde
convertida en una mujer común
como ellas.
Te lo dije cuando lo leiste para mi: este poema demitifica cualquier ilusión, que tremenda forma de desnudar este mundo de cartón.
ResponderEliminarAmor, me quito el sombrero. Tremendo!
En el futuros habrá varitas y hadas para todas las mujeres.
ResponderEliminarPor fin alguien hace justicia a las hermanastras.
ResponderEliminarWaldo: Gracias :)
ResponderEliminarGonzalo: Eso espero.
Víctor: Ellas también fueron "Cenicientas", pero del otro lado de la moneda.