Soñó primero. Soñó con un suelo para la libertad y en un nombre para dibujar los contornos de la sangre que latía en cada centímetro de una tierra, su tierra. Dibujó un ideario de alas sin grilletes. Así lo soñó, dicen, frente al mar y bajo el cielo, y ante ellos entregó su esperanza.
Otros soñadores se le unieron y juntos empezaron a hacer realidades. De tres en tres, contagiaron a muchos. Unos, en un delirio sincero de su libertaria enfermedad, deshicieron grilletes. Otros, ocultos y rapaces, se confundieron tras mascaras para luego destrozar a golpes de ambición la recién nacida nación.
Y lloró. Desde dentro. Exiliado y repudiado. ¡Cruel primer aniversario! Declarado traidor, huérfano de su recién logrado sueño. Rodó la sangre de los delirantes, pecho en alto y ruedos amarrados, como un regalo oprobioso a la Patria.
Lejos siguió construyendo. Su sueño, que se convirtió en el de muchos, había sido mancillado, pero no destruido. Entregó hasta el último aliento de sus pasos, sin esperar más nada que ver aquella soñada Patria, hija de su azul promesa, plenamente herida de golondrinas y cantos.
Y en la tierra de otro hacedor de libertades, se agotaron sus pasos y se apagaron sus ojos. Olvidado, tristemente grande, nuestro soñador, nuestro Juan Pablo Duarte, extraño la Patria, aquella parida por sus manos, y la de muchos otros, la digna Patria de sus sueños. La digna Patria de nuestras realidades.
Otros soñadores se le unieron y juntos empezaron a hacer realidades. De tres en tres, contagiaron a muchos. Unos, en un delirio sincero de su libertaria enfermedad, deshicieron grilletes. Otros, ocultos y rapaces, se confundieron tras mascaras para luego destrozar a golpes de ambición la recién nacida nación.
Y lloró. Desde dentro. Exiliado y repudiado. ¡Cruel primer aniversario! Declarado traidor, huérfano de su recién logrado sueño. Rodó la sangre de los delirantes, pecho en alto y ruedos amarrados, como un regalo oprobioso a la Patria.
Lejos siguió construyendo. Su sueño, que se convirtió en el de muchos, había sido mancillado, pero no destruido. Entregó hasta el último aliento de sus pasos, sin esperar más nada que ver aquella soñada Patria, hija de su azul promesa, plenamente herida de golondrinas y cantos.
Y en la tierra de otro hacedor de libertades, se agotaron sus pasos y se apagaron sus ojos. Olvidado, tristemente grande, nuestro soñador, nuestro Juan Pablo Duarte, extraño la Patria, aquella parida por sus manos, y la de muchos otros, la digna Patria de sus sueños. La digna Patria de nuestras realidades.
Siempre me pregunto por que son tan escasas las imágenes de los Padres de la Patria, así como los ideales que dieron con la construcción de esta nación. En este país hay miles de personas que nunca han visto una imagen de Duarte, nunca han escuchado uno de los pensamientos de Duarte. Ahora, publicidad para escuelas (sin butacas), cemento y varilla, hay de sobra. Esas son nuestras prioridades, bulto!!!… Un país que no conoce su historia es una nación débil, corrupta, sin amor y sin sentimiento de pertenencia. Por eso vemos tanta delincuencia, tanta corrupción, porque no sabemos de donde venimos y menos para donde vamos. Nadie puede amar lo que desconoce. Por último, felicito a esta joven escritora, la cual hace maravillas con las palabras.
ResponderEliminarnin
ResponderEliminarmas acertado no podria ser tus afirmaciones, parece ser una condicionante en santo domingo, pero tu al igual que yo sabes que eso no debe durar mucho, nosotros los jovenes que tenemos otra vision de lo es duarte y la patria, una visionm que supera la politiqueria corrupta que envenena la sociedad dominicana
ResponderEliminarSin duda alguna "nuestro patricio" murió en el destierro, olvidado, por sus detractores “santanistas”. Luego que se marcho, a tu otra patria, mía tambén, nuestro Duarte pasó las mil y unas. Dicen en ciudad Bolívar, Venezuela, que para sobrevivir se dedicó a vender chucherías, penoso pero cierto. Pues su fortuna la había perdido por darnos su legado, su sueño, su patria, nuestra Patria. Olvidarse de el sería, como dice Iván, desconocer su historia, nuestra historia. Además nuestra nación sería una Patria Muerta. ¡Seamos como el¡
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